La espiral del silencio de Ponferrada


psoe_iap_ ponferradaLas elecciones en Ponferrada de 2011 introdujeron en el consistorio un nuevo partido, el IAP, liderado por Ismael Álvarez. Casi 6.000 ponferradinos decidieron depositar en él su confianza, algo más de un 16% del censo electoral. Como ya se sabe, Álvarez fue condenado en 2002 por acoso sexual a Nevenka Fernández. En noviembre de 2003, el Tribunal Supremo rebajó la multa de 5.780 euros a 2.160 porque consideró que, al no haber relación jerárquica entre un alcalde y un concejal, no se podía establecer el agravante descrito en el Artículo 184.1 del Código Penal. Mantuvo la indemnización de 12.000 euros.

Resultados electorales de las elecciones en Ponferrada 2011. Imagen sacada de lainformacion.com
Resultados electorales de las elecciones en Ponferrada 2011 y anteriores. Imagen sacada de lainformacion.com.

La semana pasada, los partidos PSOE e IAP realizaron una maniobra política legal, la moción de censura, para sacar del poder al PP, que había ganado las elecciones con 12 escaños. En ella, condicionaban el acuerdo a que Ismael Álvarez dejara la política, término que él acepto. En las cabezas de la formación socialista, y todo apunta que incluida la de Rubalcaba, la jugada y el discurso se imaginaban loables: se sacaría de la paralización y el desgobierno en el que estaba inmerso el ayuntamiento -según palabras del propio Rubalcaba- y, de paso, se forzaba la salida de la política de una persona con antecedentes por acoso. Como es sabido, la representación estética les ha estallado en las manos. Desde Ferraz presionaron para que Samuel Folgueral, líder del PSOE en Ponferrada, dejara el cargo. Pero éste y todos los concejales socialistas con él, han dejado el partido para quedarse con el poder y se defienden acusando: todos en el partido estaban al tanto de la moción y, cuando han visto las consecuencias, han reculado. Elena Valenciano, según parece, siempre se mostró en contra de dicha moción. Es, como mínimo hipócrita, que el PSOE haya orquestado esta opereta mientras mantiene en el cargo de secretario general del PSE, José Eguiguren, que fue condenado hace 20 años por pegar a su mujer. Serían otros tiempos.

En cualquier caso, el acuerdo me pareció desde el primer momento llamativamente grave y, para preparar este post, consulté anoche a Marta González-Llera, jurista, sobre el asunto. Nadie, que yo sepa, se ha atrevido a decir en voz alta que Ismael Álvarez tiene derecho a la participación política. Nadie, hasta esta mañana Arcadi Espada, en su artículo Acosadores. Todos, principalmente los periodistas, envueltos en la espiral del silencio de Elisabeth Noelle-Neumann, quien estudió la opinión pública como

una forma de control social en la que los individuos adaptan su comportamiento a las actitudes predominantes sobre lo que es aceptable y lo que no.

Los políticos moldean su discurso según dicha opinión, y cuando ésta prima por encima de todo, y los políticos no lo evitan, lo puede hacer incluso por encima de la ley. Así, lo que ha hecho el PSOE ha sido, sin querer, lanzar un misil sobre la linea de flotación de nuestro sistema de reinserción social, amparado por la Constitución en su Artículo 25.2. Es cierto que Álvarez ha podido presentarse a las elecciones y que, en teoría, ese derecho no se le ha conculcado. Pero desde el momento en el que su desaparición de la vida pública es un condicionante para llegar a un acuerdo, se demuestra que ese derecho no puede ejercerlo con la total libertad con la que lo haría cualquier otro ciudadano a pesar de tener el mismo derecho a hacerlo. Tocqueville lo vio muy claro en su libro La democracia en América:

Por inicua o irrazonable que sea la medida que os afecte, tendréis que someteros a ella [o huir. <Qué es eso sino la esencia misma de la tiranía bajo las formas de la libertad>].

Álvarez podría haber optado por no aceptar el acuerdo, desde luego. Pero si, por ejemplo, no se aceptan iniciativas legislativas que su grupo proponga por su delito anterior para presionarle y sacarlo de la política, se está vulnerando el espíritu de la reinserción que nuestra socialdemocracia, y nuestro sistema legal, promueven y defienden. Una reinserción que, en según qué casos, parece ser de estética menos dañina. Y eso no vale. Desde el punto de vista de lo público, no vale que para unos, como Álvarez, sea una condena de por vida y, para otros, sea el camino a la paz. Porque eso es exactamente lo que estamos viviendo 400 kilómetros al este de Ponferrada. En el País Vasco, el PSE -y el PSOE a nivel nacional- ven con buenos ojos la entrada del entorno de ETA en las instituciones. Con sus condenas cumplidas. El ejemplo perfecto del reinsertado vasco es, paradójicamente, el asesino haciendo política.

Puede llegar el día en el que un terrorista con quince asesinatos en su mochila, y sin haber mostrado el más mínimo de los arrepentimientos, recoja su acta de concejal. ¿Y entonces? ¿Será un triunfo de la sociedad? ¿Será la victoria definitiva contra el terrorismo? ¿Será una victoria política de la democracia que delincuentes que han cumplido su condena puedan gobernar?

No. Será de nuevo, ya lo es en términos distintos al de Ponferrada, la espiral del silencio.

Hugo Mártir


campaa_en_caracas_fb__3318Hugo Chávez no ha muerto. Ha sido asesinado. En esto ha consistido el burdo montaje del gobierno para convertir el cáncer de Chávez en veneno imperialista: los revolucionarios mueren asesinados por el capitalismo, nunca se los lleva por delante una enfermedad. Eso es de burgueses.

Chávez se sirvió de la democracia en 1999 para llegar al poder después de intentarlo en 1992 con un golpe de Estado. La Constitución Venezolana no le habría permitido seguir en el cargo más de 10 años, así que la cambió para perpetuarse. Para lograrlo, se sirvió de un mensaje de odio y del culto a la personalidad que rodea a todo populista: el poder es del pueblo y él canaliza sus voluntades. Y lo hace de tal forma que el personaje se percibe imprescindible. Así, el poder se funde con el líder y el pueblo se confunde con él hasta el punto de gritar «Yo soy Chávez» en una noche como la de ayer en las calles de Caracas. Una simbiosis perfecta con un mensaje perverso, ya que que para él, el pueblo eran aquellos que le votaban, aquellos que le seguían. El resto, son capitalistas de un sistema que hay que derrocar y, por tanto, son elementos a los que se puede eliminar. Esta delegación ciudadana de responsabilidades es lo que ha convertido a Venezuela en el país que es hoy: una tiranía que despeña al país hacia una guerra civil.

Ojalá estuviera exagerando. En una democracia, la violencia es monopolio del Estado. Chávez revocó ese monopolio y entregó fusiles al pueblo. «El pueblo en armas», como él lo llamaba. Distintos grupos violentos que ya existían abrazaron la revolución bolivariana y el expresidente les entregó las armas. Controlan barrios enteros donde la policía no se atreve ni a entrar. Todos, sin excepción, dan por hecho que, si gana la oposición algún día, irán a por ellos. Y están dispuestos a defenderse con esas armas que ya tienen. Y a actuar antes de que eso ocurra. De esos grupos paramilitares, algunos muy radicales, han llegado incluso críticas al propio chavismo, que tiene también sus propias tensiones internas. Los venezolanos que se han ido de su país lo han hecho por la inseguridad ciudadana. Caracas es una ciudad donde la gente va de casa al trabajo y del trabajo a casa y, como mucho, a casa de unos amigos. Una ciudad donde pararse en un semáforo es jugarse la vida, y salir a determinadas horas, un auténtico suicidio. Barrios fortificados con alambres de espino y seguridad privada armada.

La abolición de la democracia

Sin embargo, el verdadero problema de Venezuela es de mucho mayor calado político. En 2004, Chávez agregó 12 cargos a los 20 del Tribunal Supremo, todos adeptos al régimen. A partir de entonces, el Ejecutivo actuó a sus anchas. Tribunales inferiores comenzaron a recibir presiones para no emitir pronunciamientos que disgustasen al gobierno, según Humans Right Watch (HRW). De hecho, una juez, María Lourdes Afiuni, fue arrestada en 2009 y pasó un año en prisión preventiva por conceder libertad condicional a un crítico del gobierno que llevaba tres años en prisión sin haber sido juzgado. Hoy, la juez está bajo arresto domiciliario. Chávez, públicamente, había exigido para ella una condena de 30 años.

Suspendió canales y medios de comunicación críticos. En el artículo 27.4 de la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos, se prohíbe la difusión de mensajes que:

Fomenten zozobra en la ciudadanía o alteren el orden público.

Aquella ley se ha convertido en una auténtica mordaza, como se la llamó en su momento. Aumentaron de uno a seis los canales favorables al Movimiento, donde la propaganda televisiva en torno a Chávez es absolutamente totalitaria. El culto a la personalidad y a las ideas de la revolución es nauseabunda. No se necesitan más de un par de minutos delante de ella para darse cuenta de la gravedad social que se ha construido en los últimos 15 años. Se cepilló el canal más antiguo del país, RCTV, por sus críticas a su gobierno. Así, tan sólo quedó Globovisión como medio importante. También fue a por ellos.

Nicolás Maduro, el sucesor de Chávez para las próximas elecciones que se celebrarán en un mes, dijo en 2008 que

cualquier extranjero que venga a opinar en contra de nuestra patria será expulsado de manera inmediata.

Lo dijo a propósito de la reciente expulsión de un equipo de HRW que había realizado un informe denunciando la situación de los Derechos Humanos allí.

Chávez creó un movimiento que perdurará más allá de su muerte. Un movimiento que no tiene otro objetivo que el culto a la personalidad para perpetuarse en el poder a través de la concentración de poderes manteniendo como reo al pueblo. Nunca dejarán el poder si pierden unas elecciones. Ese pueblo, ya adoctrinado, tomará las calles para que no se lo roben. Chávez ya de por sí era un icono, y ahora ha llegado el momento de mitificarlo. Y siempre es más fácil cuando se es un mártir. De ahí que se difundiera el mensaje de su asesinato por el imperialismo para, más tarde, anunciar su muerte.

Por todo lo anterior, es tan lamentable leer, por ejemplo, a Ignacio Escolar:

Como si el formalismo del voto fuera lo que define a un país como democrático. Ya dijo Tocqueville que el totalitarismo más peligroso es aquel que se disfraza de democracia. Chávez, el tirano, lo hizo a la perfección.

Debate sobre el estado de la emoción


Santillana«¿Once goles a mí? Ni de broma». El oráculo que pronunció esas palabras en 1983 se llama Bonello y era el portero de la selección de Malta. Y acertó, porque fueron doce. «Nunca lo pensé», murmuró cabizbajo antes de coger el avión de vuelta.

España necesitaba ganar por once goles de diferencia para clasificarse para la Eurocopa del año siguiente después de que Holanda, pocos días antes y líder del grupo, hubiera colocado una manita en el fondo de las mallas maltesas. Poco recuerdo del ambiente entre los amigos del colegio. Pero sí recuerdo que pensaba que era algo posible, pues Malta era un equipo de amateurs. El portero, sin ir más lejos, trabajaba en una empresa textil. Aún así, Alfredo Relaño, en su artículo de El País del mismo día del partido, cerraba con cierta desesperanza su semblanza sobre el guardameta: «Demasiado bueno para encajar 11 goles». Algunos jugadores holandeses se reunieron para ver el partido en lo que presumían que sería una gran fiesta para ellos. Ignorantes ellos, no sabían que la Historia se repite, y ahí estaban, los tercios españoles, para librar una penúltima batalla. La última, la de 2010, ha servido para confirmar, por si a alguien le cabía alguna duda, que Holanda es al fútbol lo que Poulidor al Tour de Francia.

marca_portada_malta_ESEl partido comenzó mal. Señor falló un penalti antes de que Santillana hiciera su hat-trick -que entonces se llamaba marcar tres goles- en la primera parte. Pero por el camino, se coló impredecible un balón que rebotó en Maceda y nada pudo hacer el debutante Buyo para detenerlo. Fue la única vez que vi a Paco en todo el partido. Se llegó al descanso con un raquítico 3-1 que, en realidad, era como un 2-0, como si hubiéramos marcado un gol cada 22 minutos. A partir de ese momento, había que anotar uno cada cinco.

Miguel Muñoz, conservador en la primera parte con tres defensas y cuatro delanteros, ordenó a Maceda, central de toda la vida, que se sumara como quinto arriba. Rincón comenzó fulgurante la segunda parte e hizo el cuarto. La selección tardó diez minutos más en doblegar física y psicológicamente a los malteses, con el quinto, en el minuto 57. La mano cayó como un bofetón. Y comenzó el recital. Faltaba media hora y había que marcar siete goles. Fueron cayendo uno tras otro, con cada llegada, con cada córner, con cada balón al área. Mi histeria aumentaba y, con cada tanto, corría por el salón, saltaba y me dejaba caer de rodillas, junto a mi hermano, abrazados, como si lo hubiéramos marcado alguno de nosotros. Los goles se sucedían con tal rapidez que a veces, antes de volver a la televisión, ya habían marcado el siguiente. Las celebraciones alcanzaron rango de liturgia. En el minuto 80, Manu Sarabia hizo el 11-1. La furia española, que es como se llamaba a la selección antes de ser roja, era ya imparable.

Cuatro minutos más tarde, un mal despeje al borde del área deja un balón muerto a los pies de Señor que, según le llega, patea y coloca en la esquina inferior derecha del desriñonado Bonello el pasaporte a París. Y el grito de júbilo, quebrado, de José Ángel de la Casa, que está en los anales de la historia de las narraciones deportivas, tan solo igualado por el posterior «Iniesta de mi vida» de Camacho quien, por cierto, fue el capitán de aquella memorable noche de diciembre.

Hubo tiempo para un gol más, del correcaminos Gordillo, pero el árbitro lo anuló por un fuera de juego inexistente. Al final del partido, la exaltación de la histeria, las lágrimas sobre el campo. La desolación holandesa. No digamos el pobre Bonello, culo en césped. Después de haber gritado doce veces gol como un niño maldito y poseído, yo ya no sabía qué más sacar de mi boca, así que me asomé a la terraza, y después de exclamar hacia dentro varias veces con los dientes apretados, solté todo mi aire con un «¡Viva España!» o algo parecido, que era muy franquista, pero yo no lo sabía. De haber sido más mayor y socialista, habría gritado «¡Viva este país!», que era lo que se estilaba en aquella época atroz, porque solamente atroz puede ser una época en la que las hombreras estaban de moda.

La calle era una jauría de cláxones. Débiles, claro, del tipo Seat 127 o Simca 1000. A ver quién me metía a mí en la cama con ese subidón de adrenalina. Mi madre, que por algo es madre, se dio cuenta de que lo que yo necesitaba era una tila. Suficiente tenían mis padres con aguantarme de día como para tener que aguantarme también esa noche.

Me la bebí poco a poco. Quemaba. Las madres siempre lo sirven todo muy caliente, es una verdad universal y lo sabe todo el que ha tenido madre alguna vez. Pero es que era recordar el glorioso zapatazo de Señor, y se me pasaban los efectos. Entonces mi padre tuvo una idea genial para que conciliara el sueño. Hacía poco que había comprado un VHS, de esos grandotes, de los de me pones aquí y ni me muevas, de los de peso un quintal. Sacó la cinta en la que habíamos grabado el partido -porque sí, yo tenía fe en la gloría de aquella noche- y que durante muchos años tuvimos guardada pensando que llegaría el día en el que esa cinta valdría algo. Y así habría sido si algún imbécil no hubiera inventado Internet. Como decía, sacó la cinta. Dos meses antes, había probado por primera vez el LP del vídeo, que doblaba la duración de la cinta a costa de la calidad. «Total, para lo que hay que ver», dijo ya por entonces. «Ven hijo, ven», prosiguió entre cariñoso y perverso, «siéntate en el sofá». Obedecí confuso. No lo vi venir. Si tan solo hubiera tenido a Gollum como referencia. Dio al play.

Y comenzó el Debate sobre el Estado de la Nación.

El último domingo


1962

Ramón Baglietto es decorador y tiene una tienda de muebles. Como a esa hora no hay clientes, está en la calle, de pie, junto a la puerta del negocio que regenta. Tiene 26 años. Calle arriba se acerca una mujer con un bebé en brazos y un niño de la mano, que lleva una pelota. Cuando llegan a la altura de Ramón, el balón se le escapa. El pequeño corre tras él sin pensarlo. Su madre se da cuenta de que se acerca un camión y corre para proteger a su hijo. Ramón, testigo de la escena, sólo tiene tiempo para abalanzarse sobre la mujer y arrebatar al bebé que lleva en brazos. No puede hacer más. Es testigo, horrorizado, de cómo el camión aplasta al pequeño y a su madre. Mueren al instante. Ramón se acerca con el bebé al que acaba de salvar la vida, el pequeño Kándido, y coloca un crucifijo en la mano de la mujer.

1980

Ramón tiene la sensación de que ETA le vigila. Se lo ha comentado a su hermano Pedro. A su mujer, Pilar, le ha dicho que cree que un joven le sigue. Es domingo. Los hijos del matrimonio, de nueve y trece años, tienen muchas ganas de salir a cenar una chuleta con sus padres. A la mañana siguiente, cuando Ramón sale de casa por el garaje, Pilar se asoma por la ventana para ver cómo saca su Seat 124. Observa a un joven: «qué hará ese chico ahí», se pregunta extrañada. El día transcurre con la normalidad de cualquier otro lunes. Sobre las nueve de la noche, Ramón telefonea a su mujer para decirle que acaba de despedirse de unos clientes y que va para casa. Cierra su tienda en Elgoibar. Diluvia con rabia. Arranca su coche. Doce kilómetros hasta su casa, en Azcoitia. Nada más salir, se percata. Un coche le sigue. Acelera. Consigue cierta ventaja. Al girar una curva, en el alto de Azcárate, dos asesinos de ETA toman la calzada y ametrallan el vehículo. Dos balas alcanzan el pecho de Ramón y choca contra un árbol. A los pocos segundos, llega el coche rezagado. Se baja un joven. Camina hacia el coche estrellado. En su mano, una nueve milímetros Parabellum. Se acerca a la ventana. El joven Kándido clava la pistola en la sien de Ramón. Y dispara.

Con la manta a la cabeza


Oriol Junqueras y Artur Mas.
Oriol Junqueras y Artur Mas.

Hay dos clases de hombres: los que cavan para encontrar petróleo y los que cavan su propia tumba. Aunque parezca mentira, está por ver de qué tipo es Artur Mas. Su fracaso electoral no le frenó y, a pesar de que afirmó que debía tener una mayoría excepcional para liderar el proceso secesionista, a pesar de que CiU ha pasado de 62 a 50 escaños, Mas se ha apoyado y excusado en la fuerte subida de ERC para ser nombrado presidente. Es decir, pudiendo haberse bajado de la burra, como prometió si no lograba su mayoría, ha decidido seguir liado con la manta a la cabeza. ¿Por qué? Parece que para minimizar el desgaste, motivo primario por el cual, en un principio, convocó las elecciones.

Si me preguntan mi opinión, creo que la jugada de Mas consiste en salvar los primeros dos años de gobierno. Se espera que, para entonces, la economía haya mejorado lo suficiente y se comience a crear empleo o, al menos, a no destruirlo. El nivel de descontento y protesta social habrá disminuido notablemente porque uno de sus principales catalizadores, ERC, apoya el gobierno y aprueba los presupuestos. No en vano, Esquerra ha calificado estos prespuestos como presupuestos de resistencia, donde la asfixia de las finanzas de la Generalitat no se deben solo a la crisis,

sino sobre todo por las deudas impagadas del Estado, que son enormes, y también por un expolio fiscal insoportable.

Así, serán dos años de mayor tranquilidad para Mas, aunque las tensiones se vivan a partir de ahora con sus socios de gobierno, de puertas para adentro, más fáciles de lidiar que las manifestaciones. Esas tensiones, según mejore la economía y la protesta callejera disminuya, podrían romper las cuerdas con ERC: a mayor recuperación económica, menor desgaste. Será entonces cuando llegue el momento de la verdad para el actual gobierno catalán: si rompen con ERC, no habrá referéndum; si continúan con lo anunciado, no tendrán más remedio que llegar a un verdadero enfrentamiento con el gobierno central. Y tienen todas las de perder.

En Esquerra, por supuesto, no son tontos. También les conviene el acuerdo con CiU porque, aún sabiendo que puede no cumplirse, podrán sacar rédito político culpando a Convergencia de ello. Son conscientes de que la ruptura de gobierno precipitaría la caída de Mas. Si PSC o PP no lo evitaran, habría unas nuevas elecciones donde ERC, tras pasar de 10 a 21 escaños y aumentar su porcentaje de voto en un 126% en la última convocatoria, espera captar una parte importante procedente de la promesa autodeterminista incumplida de CiU.

Niño judío, niño catalán


El ex-alcalde de La Coruña, Francisco Vázquez, se ha despachado a gusto en la TVG al afirmar que (video, minuto 23:10) no aprecia ninguna diferencia

entre un judío con estrella amarilla perseguido por los nazis, y un niño castigado, por hablar en castellano, en el patio del recreo.

Se debería reconducir el debate antes de empezar a defender las pedradas de los nuestros solo porque son nuestros adoquines. La tribuna en El País de la secretaria de Educación, Montserrat Gomendio, me parece muy centrada. Es un buen punto de partida. Tan disparatada es la bravata de Vázquez, como la de Tardá al calificar de terrorismo social la reforma.

http://youtu.be/9ab2B-i9wHM

El político catalán se califica a sí mismo tanto con sus dificultades de expresión como por el lenguaje que utiliza. Y Vázquez se equivoca gravemente por un motivo muy sencillo: utiliza la excepción para alcanzar una generalización indecente con el comodín del judío. Para muchos, el castigo sonará a otra época, algo así como si reprimieran a un niño por hablar en catalán en los patios franquistas. Aunque sea excepcional, ha ocurrido, como denunció Albert Ribera en la tribuna política de la edición catalana del ABC hace casi dos años:

Unos padres han denunciado que en un colegio público de Sitges, a la hora de evaluar a un alumno de 5 años, se le ha suspendido en el apartado de lenguaje verbal —para que lo entiendan los chicos de P-5 se hace simbólicamente con un pegatina roja en forma de semáforo— por hablar en castellano en la hora del recreo.

Pero que se haya hecho no quiere decir que sea la norma. Que haya denuncia indica, precisamente, que se ha vulnerado una ley. Y esa ley es la radical diferencia.

Humillación en el colegio de niños judíos. En la pizarra dice: «¡El judío es nuestro mayor enemigo! ¡Cuidado con el judío!»

Porque lo que sí fue ley en la Alemania de los años 30 fue la prohibición a los judíos a ser empleados del Gobierno. Luego, se les prohibió formar parte de las fuerzas armadas y, posteriormente, ejercer cualquier profesión liberal, desde maestros, hasta médicos. Las Leyes de Nuremberg los despojaron de sus derechos civiles y su nacionalidad. Se prohibió a los médicos «arios» atender a pacientes judíos, lo que les vetó el derecho a la atención sanitaria. Los niños judíos en las escuelas tenían que escuchar cómo sus compañeros cantaban en clase de música, con profesores pertenecientes al Partido Nazi, canciones que decían «cuando corra la sangre judía por mis manos». Finalmente, también se prohibió a los niños ir a los colegios. A los pocos que aguantaron, claro.

La democracia en…


La democracia en América, edición crítica y traducida por Eduardo Nolla.

En La democracia en América, Tocqueville advertía del peligro que pueden suponer las mayorías en una democracia:

Cuando un hombre o un partido sufren una injusticia en los Estados Unidos, ¿a quién queréis que se dirija? ¿A la opinión pública? Ella es quien forma la mayoría. ¿Al cuerpo legislativo? Representa a la mayoría y la obedece ciegamente. ¿Al poder ejecutivo? Es nombrado por la mayoría y le sirve de instrumento pasivo. ¿A la fuerza pública? La fuerza pública no es otra cosa que la mayoría bajo las armas. ¿Al jurado? El jurado es la mayoría revestida del derecho de pronunciar sentencias; los jueces mismos, en ciertos Estados, son elegidos por la mayoría. Por inicua o irrazonable que sea la medida que os afecte, tendréis que someteros a ella [o huir. <Qué es eso sino la esencia misma de la tiranía bajo las formas de la libertad>].

Para Tocqueville, la solución estaba en una separación real de poderes. El párrafo anterior lo escribió a partir de dos conversaciones. La primera, la mantuvo con Mr. White, un redactor de un periódico de Baltimore el 4 de noviembre de 1831. La segunda tuvo lugar poco antes, el 24 de octubre, con un vecino de Pensilvania llamado George Washington Smith:

Decía yo a un habitante de Pensilvania: Explíqueme, por favor, cómo, en un Estado fundado por cuáqueros y famoso por su tolerancia, los negros libertos no son admitidos a ejercer los derechos cívicos. Pagan el impuesto, ¿no es justo que voten? – No nos haga la injuria, me respondió, de creer que nuestros legisladores hayan cometido un acto tan grosero de injusticia y de intolerancia. – Así que en su país, ¿los negros tienen derecho a votar? – Sin duda alguna. – Entonces, ¿cómo se explica que en el colegio electoral, esta mañana, no haya visto a uno solo en la asamblea? – Eso no es por culpa de la ley, me dijo el norteamericano; los negros tienen, es verdad, el derecho de presentarse a las elecciones, pero se abstienen voluntariamente de aparecer en ellas. -He ahí una gran modestia por su parte. -¡Oh! no es que se nieguen a ir a ellas, sino que temen que se les maltrate. Entre nosotros, a veces sucede que la ley carece de fuerza cuando la mayoría no la apoya. Ahora bien, la mayoría está imbuida de los mayores prejuicios contra los negros, y los magistrados no se sienten con fuerza para garantizar a éstos los derechos que el legislador les ha conferido. -¡Cómo!, la mayoría, que tiene el privilegio de hacer la ley, ¿quiere también tener el de desobedecer la ley?

De las urnas a la calle sin pasar por Montserrat


Los resultados electorales han sido desconcertantes. Ninguna encuesta previa se ha acercado, ni de lejos, a lo que anoche ocurrió con CiU.

La participación ha alcanzado, por primera vez, el rango de elecciones generales por lo que, según parece, los catalanes se tomaron en serio el estatus plebiscitario de la convocatoria. La participación se ha situado 8,5% puntos por encima de la media de elecciones autonómicas catalanas y 2,5% por debajo de la media de la participación de los catalanes en las generales. Artur Mas ha recibido un serio correctivo de una sociedad que le duele más el paro y el bolsillo, los recortes y las penurias, que la construcción nacional. Mas se subió a la ola de descontento independentista, y vio en la multitudinaria manifestación de la Diada la solución a una complicada legislatura. Para ello, comenzó aseverando que habría un referéndum con legalidad española… catalana o europea. Llegó incluso a afirmar que

iría a la cárcel por la independencia.

Claro que eso lo dijo cuando ya sabía, por las encuestas, que no obtendría la mayoría que más tarde aseguró que era necesaria para abrir definitivamente el melón secesionista. Las encuestas le facilitaron diluir su mensaje con matices e incendiarlo sin pagar el precio de cumplir lo que se promete.

Ahora, sin embargo, se ha complicado su puesto y la gobernabilidad. Veremos cómo logra la investidura, porque no veo a Mas con las habilidades de tramboyista de Zapatero. ERC ya dijo que estaría dispuesta a pactar con CiU siempre y cuando el referéndum estuviera sobre la mesa. Desde luego, no será con ellos con quien saque adelante los próximos presupuestos que hay que aprobar a la vuelta de la esquina. Tampoco los sacará adelante con el PSC, que sigue en su caída libre, aunque hay que reconocer que esta vez ha logrado colocarse por encima de lo que las encuestas apuntaban.

Así que solo podrá sacar los presupuestos con el PP, El PP apoyará a CiU porque necesita gobernabilidad en Cataluña, porque necesita que las comunidades autónomas sigan los planes de austeridad establecidos, y porque dentro de tres años (como mucho) es posible que pierda la mayoría absoluta y tenga que negociar con CiU en el Congreso de los Diputados. Si, finalmente, Artur Mas aprueba los presupuestos con los populares, habrá traicionado descaradamente el discurso que le ha llevado a convocar estas elecciones suicidas.

La gráfica muestra el histórico la participación en las generales (verde) y autonómicas (azul). También el intercalado de años y la progresión de votos de cada partido. Se con claridad cómo CiU se lleva un porcentaje notablemente mayor en las autonómicas que en las generales, mientras que para PP y el PSC-PSOE ocurre lo contrario. Para el resto de fuerzas, va por rachas. Excepto para Ciutadans, que como CiU, sube en las autonómicas.

El equilibrio de fuerzas nacionalistas y no nacionalistas en el parlamento catalán ha quedado más o menos igual que antes. Las encuestas, ni detectaron la caída de CiU, ni la espídica subida de ERC. Sí detectaron la subida de Ciutadans, pero no esperaban tanto de ellos.

Creo que lo que ha cambiado ha sido el mensaje. Mientras los políticos se han llenado de nación, referéndum y de Diada, la sociedad les ha dicho que no quiere recortes. Los partidos más radicales con las políticas de austeridad son los que más han subido, exceptuando a Ciutadans, que se ha aprovechado del batacazo paralelo del PSC. El descontento nacionalista, además de aupar a ERC a segunda fuerza política, ha eliminado a Laporta del arco parlamentario y ha metido al CUP, un partido asambleario, que habla de Países Catalanes, independencia y democracia participativa. Es decir, nacionalismo, el mismo; pero hay un mensaje callejero que tiene el espíritu del 15M, ha logrado tres diputados con el que ERC trata de reconciliarse desesperadamente después de haber pasado por el gobierno: ese descontento nacionalista es su base electoral. Si el factor callejero es más relevante que el nacionalismo, a pesar de que van muy unidos, lo veremos pronto en las calles de Barcelona.


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Avatar de Santiago GonzálezEl blog de Santiago González

Maite Pagaza fue nombrada presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo en 2005. Permaneció en el cargo hasta el 30 de octubre de 2012, fecha en la que el Patronato decidió su relevo en la Presidencia por Marimar Blanco. Ayer, El Confidencial Digital daba a conocer una noticia según la cual, Maite estaría negociando con UPyD su ingreso en este partido político, extremo que niegan las dos partes citadas.

Dice más cosas, citando fuentes del PP:

«Según ha sabido ECD, en el PP manejan el dato de que Maite Pagaza ha cobrado en torno a 750.000 euros por los siete años que ha sido presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo. Es decir, en torno a 100.000 euros al año. La cifra es considerada entre los populares como “disparatada”.

Pagazaurtundúa llegó a la FVT en 2005, a propuesta del Gobierno socialista. En los pasillos de Génova recuerdan que…

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Oye, que ha ganado Obama


A las 5:13 de la mañana, la NBC anunciaba que Obama se hacía con Ohio y se cerró la noche. Junto a los estados de New Hampshire, Wisconsin y Iowa, que se le habían dado ya al candidato demócrata a lo largo de la noche, a Romney se le acabaron las opciones. Aunque Florida sigue a estas horas sin saberse si caerá finalmente también de lado demócrata, este gráfico del NYT (con solo New Hampshire otorgado) muestra que si el recuento en ese Estado fuera más rápido, nos regalaría muchas horas de sueño.

Como anécdota, a las 5:15 minutos, La1 contactaba con Lorenzo Milá, su corresponsal en Estados Unidos. Supuse, como era lógico, que conectaban con él por la victoria de Obama. Me perdí las primeras palabras, pero a las 5:19, la presentadora interrumpió a Milá y dijo:

Espera un momento, que me informan en este momento que Ohio ha caído del lado de Obama.

Milá, pillado a la contra, balbuceó que eso parecía definitivo, que tendría que hacer números, pero que si había caído Ohio… En fin: la redacción informando al tipo que tienen allí para que les informe a ellos. Para cuando ocurrió esto, Obama ya había dado las gracias por Twitter cuatro minutos antes.