Sin democracia en Europa


Los periodistas nos informan con frecuencia del camino a la socialdemocracia del discurso de Podemos, aunque con menos reiteración insisten en su capa de pintura. El mensaje de Pablo Iglesias es el recado que deja en pequeñas conferencias, en presentaciones de libros. Ocurrió el pasado 16 de julio en la presentación del libro de Manuel CastellsRedes de indignación y esperanza.

El secretario general de Podemos dice que lo ocurrido entre la Troika y Grecia recuerda al Tratado de Versalles. Ha sido una comparación recurrente por parte de los que, sentimental e ideológicamente, simpatizan con el gobierno griego, dejando de lado lo más importante: que el Tratado de Versalles reclamaba a Alemania y a sus aliados la responsabilidad moral y material del estallido de la Primera Guerra Mundial y establece condiciones de desarme, territoriales y económicas a los perdedores. Grecia, sin embargo, está negociando con sus acreedores un nuevo rescate.

Con el mismo baremo, si todos los estados de la Troika hubieran decidido, por referéndum, sobre el préstamo, todavía hoy se estarían celebrando consultas, Grecia estaría quebrada, sin posibilidad de financiación y el resultado en alguno de los países habría sido contrario a un tercer rescate. En la presentación arriba comentada, Iglesias asegura que

Los instrumentos de los estados son tan pequeños que no hay democracia en Europa. Y la democracia es incompatible con una moneda única europea que controla el BCE que no responde a controles democráticos. (…) El capitalismo es irreformable y ontológicamente abyecto como sistema de organización de la economía.

Tsipras, por tanto, no ha podido hacer otra cosa que llevar la contraria al resultado del referéndum porque cualquier otra solución era peor. Afirma Iglesias que eso no lo convierte en traidor. El líder de Podemos habla de política, de falta de sentimiento democrático de los europeos y ni menciona en algo mucho más sencillo: el principal y más acuciante problema de Grecia es económico y necesita de sus acreedores para vivir.

La convocatoria de elecciones del gobierno griego, dice Iglesias, son un nueva lección de democracia a Europa. Es necesaria la derivada enlazada con su discurso: «claro que no hay democracia en Europa». Mientras el líder de Podemos siempre ve intereses ocultos en los movimientos ajenos, en todo aquello con lo que él simpatiza sólo observa lecciones morales, lecciones democráticas, lecciones éticas, lecciones, al fin y al cabo. Se coloca, así, un escalón por encima de quienes no están de acuerdo con sus afirmaciones. Aquí subyace la raíz de la radicalidad de su discurso: no contempla la posibilidad de que alguien que no piense como él sea demócrata. Y vaya, que todas estas lecciones nos lleguen de un declarado admirador del Comandante Chávez, no deja de tener su gracia.

Varoufakis por El Mundo


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Entrevista en El Mundo a Yanis Varoufakis.

Nada más llegar al gobierno, asegura que tuvo una conversación con Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, que dijo que si no firmaban el acuerdo que el anterior gobierno había acordado, pondrían fin al programa de ayudas:

(…) le puedo decir que todo esto lo tenían preparado desde el principio, que ya hace cinco meses existía un plan para acabar con un Gobierno que no aceptaba dejarse chantajear por el ‘establishment’ europeo.

Varoufakis ve, por tanto, una estrategia del Eurogrupo para acabar con un gobierno que no es de su agrado. Esa es la base sobre la que se sostiene todo el argumento del gobierno griego.


Sea cual sea el resultado del referéndum, el lunes habrá un acuerdo, estoy completa y absolutamente seguro. (…) Si gana el ‘sí’ en el referéndum tendremos un acuerdo no ya malo, sino absolutamente nefasto. (…) Si gana el ‘no’ el primer ministro griego, Alexis Tsipras, contará con armas para conseguir negociar un acuerdo mejor.

Eso, en realidad, está por ver. El resultado del referéndum no vincula en absoluto al Eurogrupo, sino al gobierno heleno, por lo que estará realmente ligado a su posición negociadora, que no es lo mismo que tener más fuerza. Confían en que, de ganar el ‘no’, Europa tendrá que mover ficha, reposicionarse. No tiene por qué ocurrir.

Las fuerzas conservadoras de Europa esperan y desean que en el referéndum gane el ‘sí’, eso está clarísimo. Si lo consiguen, al día siguiente Mario Draghi apretará el botón rojo, la línea de liquidez de emergencia (ELA, por sus siglas en inglés) volverá a funcionar y los bancos abrirán sus puertas el martes. Si gana el ‘no’, y a pesar de las amenazas con las que están tratando de condicionar el voto, Tsipras irá rápidamente a Bruselas el lunes, llegará a un acuerdo y los bancos abrirán igualmente.

No parece muy coherente que el primer ministro heleno viaje a Bruselas con una presunta posición negociadora más fuerte -lo que se traduce en mayores exigencias- y vaya a conseguir en un día lo que no se ha logrado en meses. Por tanto, es de esperar que, dado ese escenario, el lunes no haya acuerdo. Lo explicaba Juan Ramón Rallo la noche del viernes: «Si no hay acuerdo, el gobierno griego no tiene plan de financiación, lo que lo convierte en insolvente. Si es insolvente, la deuda pública que tiene la banca griega, valdrá entre un 50-70% menos. Si aplicas esa quita a la banca griega, la banca griega está quebrada. El BCE no puede prestar, lo tiene prohibido por sus estatutos, a bancos que sean insolventes. Tendrían, por tanto, que cerrar el grifo de liquidez porque, de lo contrario, estarían prevaricando. Por tanto, no es una decisión política echarlos del euro, es una decisión puramente técnica».


El problema es que a la UE no le gusta la democracia. (…) Como somos un Gobierno responsable y europeísta, decidimos que al igual que no habíamos recibido el mandato de nuestro pueblo para hacer pedazos ese acuerdo, tampoco habíamos recibido el mandato para decirle a los griegos y a nuestro Parlamento que ese acuerdo nos parecía valido, porque no nos lo parece. (…) En el Eurogrupo del 27 de junio me dijeron (…) que la propuesta de acuerdo era un asunto muy complicado para dejar la decisión final en manos del pueblo griego. Eso (…) es un ataque gigantesco a la democracia. Democracia, se lo recuerdo, es un sistema en el que la gente normal toma decisiones muy complejas. Europa, el lugar que inventó la democracia, se ha convertido casi sin que nos diéramos cuenta en enemiga de la democracia.

El mantra del gobierno griego: ellos representan la dignidad, el orgullo y la democracia. El Eurogrupo, representado por nada menos que 18 democracias, lo opuesto que usted quiera imaginar. Es una falacia deslenguada. Sólo el populismo se atreve a plantearla en estos términos. Afirmar que «en democracia la gente normal toma decisiones muy complejas» es simplemente falso. Como escribió hace pocos días Tsevan Rabtan en su blog: «Se trata de trasladar al que vota la idea de que es un tipo sabio, entendido y capaz, en vez de simplemente recordar que no hay otra forma mejor de designar quién nos gobierna». Las decisiones complejas deben quedar para los tecnócratas, para los que nos representan. Por eso, plantear el referéndum es de una total irresponsabilidad. Las apelaciones a los orgullos no suelen salir bien.


[La periodista pregunta si la UE pretende mandar un mensaje al resto de países del sur de Europa sobre los supuestos peligros de votar a partidos de izquierda radical como es Syriza]. Se trata de una reflexión muy interesante y que es lícito hacer. Pero no voy a comentar nada al respecto. He aprendido el lenguaje de la diplomacia.

Ya ha dejado claro al principio que esto era algo que tenía preparado el Eurogrupo. Más adelante, responde a la pregunta: «Están tratando de convertir a Grecia en un ejemplo para los demás». Por tanto, Varoufakis debe de pensar que todo lo que está ocurriendo es más política que economía.

[Si gana el ‘sí’] la democracia se encontraría en peligro, porque significaría que ha ganado el miedo. Si ganara el ‘sí’, la recesión se haría más profunda, la esperanza en un futuro mejor se evaporaría y los europeos dejaríamos de sentirnos dueños de nuestro destino. Si gana el ‘sí’, los expertos y los tecnócratas que consideran que la gente común no puede decidir sobre estos asuntos se habrán salido con la suya, mandarán en Europa. Y Europa, el lugar en el que nació la democracia y el racionalismo, se convertirá en un lugar dictatorial e irracional.

Esta respuesta demuestra la perversión en la que se ha convertido el referéndum. El gobierno heleno lo plantea como una elección entre democracia y racionalismo versus dictadura e irracionalismo, no sobre unas medidas concretas. Insulta a la mitad de su pueblo, a las democracias del Eurogrupo y, sobre todo, se define él mismo. Cuando Tsipras dice que no tienen intención de salir del euro, omite que hay un porcentaje muy alto de probabilidades de que eso ocurra a pesar de sus deseos. Lo hace deliberadamente porque la mayoría quiere la permanencia y perdería el referéndum holgadamente. Por tanto, no se está jugando limpio.

La sociedad se ha polarizado y corre el riesgo de enfrentarse aún más. El gobierno heleno hace responsable al pueblo de decisiones técnicas y, sea cual sea el resultado, cuando las cosas empeoren, corren el riesgo de que una mitad culpe a la otra de la situación.


Lo que están haciendo con Grecia tiene un nombre: terrorismo. ¿Por qué nos han forzado a cerrar los bancos? Para insuflar el miedo en la gente. Y cuando se trata de extender el terror, a ese fenómeno se le llama terrorismo.

Llama terroristas a los que tiene que pedir dinero. Menos mal que ha aprendido el lenguaje de la diplomacia. Sólo le faltan las formas.

Los pueblos también se suicidan


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Hace siete años, Felipe Gonzalez fue entrevistado en ‘Informe semanal’ por los 22 años del referéndum de la OTAN. Esta fue su respuesta:

Fue un error serio. A los ciudadanos no se les debe consultar si quieren estar o no en un pacto militar. Eso se debe llevar en los programas y se decide en las elecciones. (…) Con la perspectiva de los años, España está donde tiene que estar.

Hay determinados asuntos que no se pueden dejar en manos de los ciudadanos, pues solemos tener una opinión sobre cualquier cosa, sesgada casi siempre. Un referéndum como el que plantea ahora Grecia es, de fondo, un fraude a la democracia.

Yannis Varoufakis ha escrito en Twitter que

La democracia necesita un impulso en asuntos relacionados con Europa. Lo hacemos. Que decida la gente. (¡Curioso lo radical que suena este concepto!).

A. le ha preguntado:

¿Cree que la mayoría de la gente va a tener idea de lo que va a votar?

A lo que el ministro de Economía griego ha contestado:

Una pregunta preñada de desprecio por la democracia.

La pregunta es pertinente. Una duda razonable. El tema es de una enorme complejidad y del que se pueden derivar consecuencias muy graves. Si los expertos no se ponen de acuerdo en el abismo griego, ¿qué sentido tiene preguntar a los inexpertos? Es como tirar una moneda al aire. El clima visceral, nada reposado, tampoco ayuda a una decisión meditada. La respuesta de Varoufakis hace pensar que, en efecto, es consciente de que la gente no sabe bien las consecuencias de lo que va a votar. Y un referéndum sólo es legítimo si se facilita toda la información y la población es plenamente consciente de lo que vota.

El gobierno griego pretende utilizar un instrumento de la democracia como el voto para convertirlo en la abdicación de sus responsabilidades: que decida la gente. En las democracias representativas elegimos (¡y pagamos!) a nuestros políticos para que hagan su trabajo, delegamos en ellos las decisiones que tomaríamos.

Pocas veces hemos sido testigos de tamaña irresponsabilidad. El referéndum del presidente griego parece desligar al gobierno de las consecuencias y, por tanto, de sus obligaciones. Pero a Tsipras se le paga para que decida sobre estas cuestiones, no para que se parapete tras la gente en nombre de la democracia.

La idea infantil de los pueblos, una especie de colectivo consciente de sí mismo que nunca se equivoca, ignora que los pueblos también se suicidan. Que pregunten en Venezuela.

Un poco español, de padre nigeriano y de abuelo mal holandés


Una mujer camina sobre oleoductos. Fotografía: George Osod

En la primera mitad de la década de 1980, Nigeria disfrutó de un boom petrolero descomunal que el gobierno despilfarró de forma catastrófica, solicitando cuantiosos créditos y derrochando el dinero en proyectos inútiles y plagados de corrupción. Así y todo, durante el boom, parte de la bonanza terminó por revertir inevitablemente en la gente de a pie. En 1986, sin embargo, el precio del petróleo cayó en picado y en Nigeria se acabó la fiesta de un día para otro. No sólo se redujeron drásticamente los ingresos del petróleo, sino que los bancos ya no estaban dispuestos a seguir concediendo créditos; de hecho, lo que entonces pretendían era cobrarlos. Este brusco viraje desde los ingresos abundantes y la generosidad crediticia hasta los ingresos exiguos y la amortización redujo casi a la mitad el nivel de vida en Nigeria; el ciudadano iba a acusar este declive catastrófico tanto si entendía sus causas como si no. Entonces el gobierno acometió algunas reformas económicas no demasiado ambiciosas, anunciando a bombo y platillo que contaban con el apoyo de diversos organismos financieros internacionales. Las reformas se camuflaron dentro de un grandilocuente paquete de medidas políticas y recibieron el nombre de «programa de reajuste estructural». Aunque modestas, tuvieron un éxito considerable: la producción creció con más rapidez que durante todo el boom del petróleo. Sin embargo, estos escasos puntos porcentuales de crecimiento en producción no petrolera se vieron anulados por la depreciación del petróleo y por la necesidad de amortizar los créditos, con la consecuente contracción del gasto. El crecimiento que propiciaron las reformas apenas ayudó a compensar la penuria que trajo consigo el desplome del nivel de vida: eso es lo que ocurrió, pero no lo que los nigerianos creyeron que ocurrió. Los nigerianos, como era de esperar, creyeron que el terrible aumento de la pobreza que sufrieron en carne propia se debía a esas reformas económicas pregonadas a los cuatro vientos. Hasta ese momento, las condiciones de vida habían mejorado, pero fue entrar en vigor las reformas y dispararse la pobreza. Dada esa convicción, los nigerianos se formularon la pregunta más obvia: ¿por qué nos sometieron a una «reforma» tan devastadora?, y a la conclusión que llegaron, inevitable habida cuenta de los pasos previos, es que las instituciones financieras internacionales se habían confabulado para arruinar Nigeria.

El club de la miseria, Paul Collier.

El tasador de sueños


Lágrimas en la cocina recogen el último desayuno. El gas se ahoga y se apagan las luces. Las maletas están en la puerta. Solo han quedado fuera los abrigos, calefacción de los últimos días. Los muebles se quedan allí donde los colocaron hace siete años con la ilusión estrenada de su nuevo viaje. Ahora, no tienen dónde encajarlos. El paro les ha arrasado la vida.

Llegaron a su casa en 2005. Solían bromear con que era del banco. Nunca pensaron que sus bromas serían sus pesadillas del futuro. Los dos tenían trabajo, así que poco después, se casaron. Luego, vinieron los niños. Los ahorros se escaparon en los veranos de Mallorca y esos días que se cogían en Semana Santa. En los regalos de navidad. En los restaurantes de fin de semana. En el BMW. Así, engordaban sus sueños, crecían sus hijos y alimentaban su vida.

Pero llegó la crisis con los despidos, casi simultáneos. Tardaron en encajar su nueva realidad. Esperaban encontrar un trabajo en el yermo laboral. Poco a poco, vendieron el coche, se privaron de viajes y se terminaron los restaurantes. Cambiaron de supermercado. Ella encontró un trabajo. Mal pagado, pero ayudaba. Para entonces, los intereses casi quiebran la pareja. Cuando él dejó de percibir el paro, no pudieron pagar la hipoteca.

Hoy cierran la puerta por última vez. En 2005 entraron en la sucursal para solicitar una hipoteca. Les tasaron la casa, el coche y las vacaciones. Les tasaron la boda. No abrieron los ojos. Y les tasaron los sueños.

Previsiones para España (en 12 tuits)


Resumen, en doce tuits de María Muñoz, del informe sobre las previsiones económicas para España de la Comisión Europea.

https://twitter.com/mariadelamiel/status/266186647593447425
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Se veía venir


Reorganizando imágenes en nuestros ordenadores, descubrimos unos brutos de un documental fallido. Era el año 2007, Olga Latorre y Juan Zarza buscaban en los habitantes de este pequeño pueblo, opiniones sobre la vida de Avelino Hernández (escritor de Valdegeña). La conversación con estas dos personas fue una maravilla y escucharlo ahora, 5 años más tarde, una pasada.

Así se presenta este breve vídeo de dos ancianos. Como dice la introducción, se grabó en 2007. Entonces, la culpa era de los nuevos ricos, de los que gastan más de lo que tienen, de los que asumen deudas que no podrán pagar. La crisis ha emborronado responsabilidades. La culpa se ha transferido del individuo a los banco y a los políticos, fácilmente identificables, diana de cualquier discurso que diluya responsabilidades ajenas.

El vídeo no explica la crisis financiera ni la posterior crisis de deuda, hija maldita de la primera. Pero sí explica por qué muchas familias viven el drama que viven hoy.

Lo que nunca pudimos pagar


Equipo de investigación de Antena 3

Durante los siglos en que España fue musulmana nacieron los reinos de taifas. No tardaron en competir entre ellos militarmente y en prestigio. Todos intentaron atraer a los mejores poetas y artesanos y se convirtieron en luchas de poder entre clanes y familias. Un milenio después, no pocos insisten, o insistimos, en que España se ha convertido de nuevo en un reino de taifas donde cada uno hace la guerra por su cuenta, no presenta cuentas ante nadie y solo se fijan en la provincia vecina para medir los zancos a calzar para seguir mirándola por encima del hombro. España se ha convertido en un país donde casi cada provincia tiene un aeropuerto y grandes infraestructuras insostenibles alimentadas por las ínfulas de grandeza de presidentes de comunidades autónomas y alcaldes visionarios más interesados en medrar en aplausos que en gestionar con responsabilidad el gasto público. En definitiva, lo que ha ocurrido es un atraco con la ley en la mano.

La actual división del Estado ha permitido crear esas taifas que parecen competir entre ellas en grandeza para terminar compitiendo en miseria. Las cesiones de competencias han terminado conformando un Estado ineficiente, corrupto y totalmente insostenible. Aunque vivimos una gravísima crisis financiera, no es menos cierto que, si no se reestructura el Estado, es decir, si no se atacan los gastos del las administraciones públicas con la misma agresividad con la que se han subido los impuestos, estaremos abocados a una intervención aún mayor.

No soy muy amigo de los reportajes en periodísticos en televisión. Suelen ser tramposos. Pero el programa Equipo de Investigación de Antena 3 hizo un gran trabajo con «El dinero que no debimos gastar» y el despilfarro de las administraciones públicas: coches oficiales, aeropuertos deficitarios con un solo vuelo al día y billetes subvencionados, autovías desérticas y macroinfraestructuras que, en nombre de los ciudadanos y siempre con su dinero, sirvieron para engordar el ego palurdo de los políticos de estas taifas derruidas.

Antes de nada, perdón


La nueva ejecutiva de Novagalicia se descolgó el jueves con un anuncio en la prensa en el que pedían perdón a sus clientes por la gestión anterior. En él, ofrecían sus disculpas por

el error de haber comercializado preferentes entre nuestros clientes particulares sin suficientes conocimientos financieros, causándoles así tan graves problemas.

Añaden que estas prácticas se produjeron antes de su llegada pero que es su obligación hacerse cargo. Se comprometen, dicen, a buscar soluciones para sus clientes. Pero saben, como muy bien explica Sefuela en este post, que las soluciones son difíciles.

No hay nada menos consecuente que pedir perdón por errores ajenos. Comprendo que desde su gabinete de comunicación pensaran que esto era una buena idea. Lo malo de dar la cara es que hay que darla de verdad. Las disculpas se piden por todo o no se piden. Es como pedir perdón por la bofetada pero no por el pisotón. Novagalicia no pide disculpas por haberse saltado a la torera la directiva MiFID y no haber informado a sus clientes del riesgo que corrían al contratar preferentes. No vale la letra pequeña ni la documentación que ellos mismos aportan en su página web y que forma parte de la información precontractual. Y no vale, porque la propia directiva afirma que solo la información es insuficiente. Y Novagalicia no se disculpa por esta minucia porque es la distancia entre el error y la estafa. Y eso sí que es un marrón del que hacerse cargo.

La directiva MiFID de la Unión Europea divide a los clientes en tres categorías según sus conocimientos financieros (entre otras cosas): profesionales, eligibles y particulares. Los últimos, que son los engañados, gozan de la mayor protección posible y, para ello, se les debe hacer un test de conocimientos financieros para evaluar si entienden aquello que van a contratar. Los tests no se hicieron en la mayoría de los casos y las preferentes, que debían haber sido vendidas solamente a aquellos clientes que comprendían el mayor riesgo del producto contratado, se colocaron a diestro y siniestro a clientes que pensaban que estaban comprando un depósito o un plan de pensiones. Si a esto le añadimos la defectuosa regulación legislativa (apuntada por el FMI) y la dejación de la CNMV, que para qué se va a molestar en hacer su trabajo (una vez más), tenemos la merienda de todos los días.