¿Qué hacer ante las imágenes violentas?


«No se pueden establecer normas generales. A excepción de una: jamás un periódico publicará una escena violenta cuando no pueda dar el nombre y los apellidos de las víctimas: jamás cuando la exhibición del salvajismo sea una mera ilustración en la enciclopedia periodística del día del tipo «Bush bebe un vaso de agua en el intermedio de una reunión…», etcétera: jamás cuando la exhibición de la muerte comparta el anonimato y la indiferencia que caracteriza el acto terrorista. O sea: todo lo contrario de lo que suele hacerse. Los periodistas saben bien lo que es un cromo y es inaudito que en las redacciones sigan coleccionando este tipo de álbumes. Una vez establecido esto, y a partir de esta ineludible condición, la única forma de defenderse de las decapitaciones en nombre de dios es abriendo los ojos, plantando cara, aceptando el reto de mostrarlas. Las bellas almas estudiantiles insisten en los lugares comunes: propaganda, insensibilidad, los medios convertidos en carnicería, el respeto al dolor de las familias. Estos argumentos ocultan, hipócritamente, lo esencial: lo cara que cuesta la solidaridad en cuanto deja de ser (solo un poco) puramente estética. Recordando la carta inolvidable. La publicó el diario El País, al principio de la guerra de Irak. Protestaba un hombre irreprochable porque el diario hubiese mostrado la foto de un niño iraquí amputado. Decía el progre, que él ya había cumplido, que había tocado todas las cacerolas, que había ido a todas las manifestaciones contra la guerra. Pero que tenía derecho a que no le atragantaran el croissant de la mañana con la exhibición de tales fotos. Solidario hasta la cacerola, pero ni un punto más. En cuanto a compartir una esquirla simbólica de metralla, aunque fuese a través de los infinitos filtros que mediaban entre el amputado y su visión cadetada, lacteada, acrusanada, ahí no va más. El tipo sensible».

Arcadi EspadaPeriodismo práctico.

Retrato y obsesión



Estos titulares en la prensa británica:

Chelsea’s José Mourinho will leave the big spending to Manchester (The Guardian).
Mourinho: Paul Pogba ‘one of the top players in the world’, Chelsea won’t bid (ESPN).

Mourinho concede la entrevista a The Guardian, que no se fija en lo concreto. Sus declaraciones sobre Casillas están incluidas en los titulares británicos de arriba. Son las siguientes:

Si voy a por un jugador es porque pierdo a otro. Es porque alguien se quiere ir o porque alguien llega con una oferta perfecta para el Chelsea. El mercado de fichajes está inflado. Sólo hay que ver lo que pasa en mi país. Portugal es un país con problemas económicos, sociales y políticos donde ha habido muchos recortes, los jubilados tienen problemas con sus pensiones, se han subido los impuestos, salarios, trabajos, todo. Esta temporada, el Oporto paga 20 millones de euros por Imbula, pagan un salario increíble a Casillas, el Sporting está pagando millones por jugadores y entrenadores. El fútbol rompe todas las situaciones».

Mourinho no añade ni una subordinada sobre el salario de Casillas. «Un salario increíble». Eso es todo. Supongamos que, por un momento, la prensa rosa-deportiva española tiene razón: el luso está obsesionado con Casillas. Apliquémosles, pues, su misma lógica. ¿En qué lugar quedan cuando, a una frase simple, le añaden dos portadas a todo color?

Periodismo contra realidad


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Democracia, orgullo, dignidad, David. Capitalismo, terrorismo, esclavitud, Goliat. Estas y otras palabras han sido utilizadas como sinónimos y antónimos por parte del periodismo patrio. Dice Arcadi Espada que la literatura ha hecho un gran daño al periodismo. Queremos cerrar las historias como si fueran relatos. Pretendemos ofrecer un producto redondo frente a la realidad imperfecta a la que se dedica el periodismo.

El periodista, cuenta Arcadi,

se enfrenta a hechos irracionales sin una versión asequible, al contrario que la novela, que muestra cómo una historia termina sin cabos sueltos.

La utopía es a la política lo que la ficción al periodismo. La utopía de Tsipras y el relato épico se han dado de bruces contra la realidad con una bofetada memorable en una interminable reunión del Eurogrupo. Algunos periodistas llevaban semanas fabricando ilusiones alimentadas por el gobierno griego. Han despertado sin poder pegar ojo.

Como García Márquez  en su ‘Periodismo militante’, ansían con la solemnidad del creyente. Estos periodistas tienen tantas ganas de creer, de cerrar su relato, que maquillan sus deseos como hechos. Como los utópicos, militan fácilmente en causas que creen justas. Descuidan que el mundo es el que es muy a su pesar, y que su obligación es contarlo aunque su deseo sea cambiarlo. La utopía es peligrosa y, en política, además es inmoral: conduce a las desilusiones de las promesas imposibles. La utopía es el alimento del populismo. Para la prensa, no es más que ficción. No debería considerarla. Pero ayuda a cerrar el relato. A no dejar cabos sueltos. Y a acabar con el periodismo.

La conspiración periodística del vestido


El periodismo se ocupa del hombre que muerde al perro y no del perro que muerde al hombre. Atiende, por tanto, lo excepcional. Una pregunta obligada es qué preocupa al lector, por lo que una historia como la del vestido azul y negro no puede pasar de puntillas. El periodismo debe buscar la explicación, es decir, la verdad: ¿Por qué lo hemos percibido de diferentes colores? En ese sentido, la prensa ha hecho su trabajo.

Pero En el programa La Sexta Noche se debatió sobre el tema. No debería de haber pasado de un breve intercambio de sorpresas, pero se convirtió en un lamentable espectáculo conspiranoico de ignorancia, estupidez y autocomplacencia. Demostraron que no tienen ni idea del mundo de Internet, que no saben cómo funcionan ni Google ni las redes sociales y, aún así, se permitieron pontificar sobre ellas, sobre el marketing y sobre cómo nos manipulan fuerzas que van más allá de lo que ellos mismos pueden explicar. Ay, estos creadores de opinión, caminan varios palmos por encima del resto de los mortales. ¡Ni uno solo mencionó la explicación real, es decir, la verdad! Ninguno se en preguntó el cómo de la noticia. Se quedaron en el por qué y el resultado fueron un montón de estupideces. Es lo que tiene el arrojo del oficio de opinar sobre cualquier cosa. Deberían cuidar más sus opiniones sobre lo intrascendente, pues si dicen tonterías sobre auténticas chorradas, imaginen lo que podemos pensar de ellos cuando hablen sobre lo relevante.

Captura de pantalla 2015-03-03 a la(s) 01.19.58Nativel Preciado

Estamos manipulados, no por el PP ni por Merkel, sino por grandes intereses que nos tienen controlados en Google y en cada paso que damos. Saben lo que nos gusta, lo que no nos gusta, quiénes son nuestros amigos, qué pensamos… Estamos absolutamente controlados y esto es un pequeño experimento que sirve para demostrar el control al que nos somete la vida.

Captura de pantalla 2015-03-03 a la(s) 00.44.53Javier Aroca

Esto me preocupa. Demuestra la capacidad de manipularnos que tienen. Nos han puesto a opinar de un tema, y si esto lo utilizan como técnica experimental para conducirnos en otras cosas estamos verdaderamente perdidos.

Sí, claro [que es una campaña de marketing]. Esto siempre lo veo con un interior prospectivo. Si tú eres científico y haces esta experiencia y la gente responde como ha respondido, lo siguiente es manipularnos con cualquier cosa: con la hepatitis c, con los recortes, con el precio del azúcar, con que va a ganar el PP…

Yo creo que esto es un gran experimento de manipulación que se ha hecho a escala global. Aquellos que nos manipulan van a seguir manipulando porque han triunfado.

Hay estudios científicos que demuestran que Coca-Cola nos manipula.

Captura de pantalla 2015-03-03 a la(s) 00.18.05Elisa Beni

El tema es que a ti te plantean una duda, no te dicen «mira este vestido», sino «mira este vestido, ¿de qué color lo ves?». O «¿lo ves de este color…?». Es decir, probablemente sea un tema que tenga que ver con el subconsciente, con lo psicológico, no creo que tenga que ver con la vista.

Captura de pantalla 2015-03-03 a la(s) 01.20.45Eduardo Inda

Google intenta idiotizar al ser humano porque un ser humano idiota o tontoide es más fácil de manipular o controlar (…) Nos nos engañemos, esto lo mueve Google. Eso es así.

Antonio Martín Beaumont.Antonio Martín Beaumont

He visto fotos que demuestran que eran claramente los colores dorados y blancos, por consiguiente se han distribuido fotos de unos colores y fotos de otros.

Niños a la venta


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Esta tarde, la periodista Julia Otero se ha sobrecogido porque en la Italia de los años 40 se colgaban niños en columnas para su venta. Se suponía que eran niños que nadie quería y, por tanto, eran abandonados al mejor postor.

Julia Otero eliminó el tuit cuando supo que era un error. Esta es la imagen.
Julia Otero eliminó el tuit cuando supo que era un error. Esta es la imagen.

Una fotografía como la de arriba debería levantar sospechas antes de hablar. Por ejemplo, que esté escrito en francés «A vendre» y no en italiano. Pero hay más: ¿Se hacía de acuerdo con la ley o a pesar de ella? Si era en contra, ¿correspondía a una costumbre? Hay que tener cuidado cuando a la evidencia fotográfica le falta su pie. Pero sobre todo, hay que tener cuidado cuando desafía el sentido común.

1327587314-Saint-JustLa verdad la sacó el blog Hoax of Fame: Evidentemente, la fotografía es una postal; no es en Italia sino en Francia; y no son los años 40 sino 1904-1905. En la parte inferior izquierda de la pantalla se puede leer AS, que corresponde al editor francés Saint-Just, reconocible, además, por la flor de lis entre sus letras.

Hay más postales parecidas a ésta, desde luego, incluso a la venta más de 100 años después.

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Pero Otero se ha empeñado en error cuando le han señalado la posibilidad de estar equivocada.

Una cuenta anónima muy reputada que no se sabe de quién es. Corren buenos tiempo para el periodismo.

 

Rubbish


Desde media mañana, los medios españoles se han hecho eco de las palabras de Dennis Abbot, portavoz de la Comisión Europea, quien, según parece, ha dicho

No sé cómo decirlo más diplomáticamente, pero eso es basura

en referencia a los recortes de las becas Erasmus anunciadas por Wert. La noticia de El País (que sirve como ejemplo, pero no se salva ningún medio), es de las 14:24. La portada de la web del mismo periódico, a las 21:19 es la siguiente captura de pantalla.

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Esta tarde he escrito en Twitter que la traducción estaba mal hecha:

Hay un largo recorrido entre la estupidez y la basura, y es un recorrido que, en este caso, debe hacer el periodismo. El golpe del titular es, sin duda, mucho más duro con basura de por medio, la misma que se debe evitar. Un golpe casi diplomático, ya que se descalifican las palabras del ministro de Educación. Algunos me han dado la razón. Otros, sin embargo, me han dicho que daba igual la palabra utilizada, pues suponía una desautorización en toda regla.

Busqué el vídeo de la intervención y lo encontré en la siguiente noticia de El Mundo bajo el siguiente titular: «La UE desmiente a Educación sobre las becas Erasmus: ‘Es totalmente falso y es basura». Pero lean el penúltimo párrafo:

Varias horas después de la rueda de prensa, Abbott matizó sus palabras e indicó en su cuenta de Twitter que su expresión en inglés «that’s rubbish» debería ser entendida como «sinsentido» y no «basura».

Es en este momento cuando la basura pasa del Ministerio a la redacción. Hasta entonces, podría interpretarse todo como un malentendido. Pero desde las 16:48, hora en el que Dennis Abbot cuelga el tuit de abajo, sólo cabe una rectificación en la prensa. Y ya ven cómo están la portada de El País y la noticia de El Mundo. Parece ser que las aclaraciones del portavoz no han sido suficientes para que los periódicos rectificaran una información incorrecta. Y digo incorrecta porque, aunque el fondo de las palabras del portavoz de la Unión sean lo relevante, aquí se ha publicado la noticia como si fuera una desautorización un tanto airada de la UE cuando, cualquiera que vea el vídeo, cualquiera que traduzca con rigor y sentido común, y cualquiera que tenga en cuenta las explicaciones posteriores, sabe que no es así.

Pero hay más. Poco más de una hora antes, Abbot publicó el siguiente tuit en el que aclaraba que no se refería al ministro, sino a la interpretación de la situación que había hecho el periodista.

Como Twitter es como una fiesta a la que cada uno llega cuando quiere, uno se suele encontrar con que tiene que aclarar las cosas varias veces.

Ahora es media noche. La portada de El País y la noticia de El Mundo no han cambiado. La basura tampoco.

Periodismo para niños


300-4-suicideUna mujer se ha suicidado y el periodismo no sabe por qué. Especula, como hace siempre, con la muerte. Y con la profesión. Cierra el relato sin siquiera abrir el libro y lo titula «Una mujer se suicida en Madrid tras una orden de desahucio de la empresa municipal de vivienda«. Establece la relación causa-efecto como si una novela nos desvelara el final, y el problema es que no se sabe apenas nada de esa pobre mujer.

Amparo, según parece, deja seis hijos, tres de ellos menores, dos nietos y un marido. La deuda, de 900 euros, era de él. No había recurrido a la PAH. Y la única salida que encontró, según nos informan, fue suicidarse. Al periodismo le parece bien dar una noticia que cierra su breve relato de buenos y malos, las estrecheces entre el desahucio y la muerte. El periodismo para niños.

Da igual lo mucho o poco que se insista en que una persona sana nunca intenta acabar con su vida, en la redacción sólo importa el titular. Otros investigarán si la orden de desahucio ha sido la última gota del vaso, una más en un alud de circunstancias que el periodismo, sin pudor, se ha molestado en ignorar para no complicarse la vida.

Este comportamiento convierte a los periodistas en meros consumidores de información, en víctimas de sí mismos. Josu Mezo, en su recién estrenada sección en ‘La Brújula’ de Onda Cero, advirtió de la responsabilidad de los lectores a la hora de leer información. Esto fue lo que dijo:

Con esto de las redes sociales, todo el mundo envía constantemente lo que lee por ahí. En cierto modo, todo el mundo tiene que ponerse en la piel del periodista que recibe una nota de prensa y dice: «¿esto vale para algo? ¿Merece la pena ser contado?». La gente retuitea o reproduce cosas por Facebook, normalmente con mucho entusiasmo si es conforme a sus prejuicios, y debe aprender a que no le cuelen tonterías, porque luego se retuitea y se comparte con amigos, y estamos ayudando a gente a desinformar y a meter ruido donde debería haber información.

Todavía no sabemos qué ha ocurrido, pero ya hay una manifestación para las 18:00 y un hashtag en Twitter, #EMVSmata, que apunta a ‘trending topic’ y que denuncia a gritos que la pobre mujer, Amparo, ha sido asesinada. El pueblo, así, se identifica con ella, víctima del sistema, la libera de la responsabilidad de sus actos y se liberan ellos, por lo que pueda pasar. Y el titular ya ha señalado al criminal.

Entrevista en Gestiona Radio


El pasado domingo acudí a  Gestiona Radio invitado por  María Villardón. En su programa Edición Limitada, estuvimos hablando de los blogs que escribo, tanto éste como Retales Sueltos, periodismo y Mourinho. Aquí está la entrevista.

Nuevo-Nuevo Periodismo: los hechos mutan


No sé si el periodista Fran Guillén es hijo del aforismo del científico alemán G.C. Lichtenberg: «He notado claramente que tengo una opinión acostado y otra de pie». En sus Scrapbooks, publicados tras su muerte, había aforismos, retazos de su pensamiento, párrafos ocurrentes. Nada concluido (no era necesario), y mucho menos concluyente. Eran, en muchos casos, frases producto de su ironía. Por eso sorprende que alguien -Guillén no está solo- saque de él la conclusión de que los hechos mutan. Cuando uno se lanza en coche por un precipicio, lo que menos importa es cómo lleva el cinturón.

Es como si los cómics hubieran dado su salto a la realidad. Pedro Ampudia ha estado muy agudo al denominar a esto de los hechos mutantes Nuevo-Nuevo Periodismo porque, como bien dice, Capote ha sido superado. Entramos, como prosigue, en la ciénaga de Iker Jiménez, en lo paranormal, es decir, en la negación del periodismo. Porque si el periodista ya no puede trabajar con los hechos, no sé cómo va a hacer su trabajo. Se entra en el resbaladizo terreno del todo vale. Lo llamativo es que las mutaciones no parecen tener repercusiones en el presente. Luego, si no son de ninguna manera comprobables hoy, ¿cómo se puede demostrar el fenómeno de los hechos mutantes? La magia del relativismo cada vez cruza fronteras más asombrosas.

Los hechos, el único axioma de la profesión, el punto de partida, no son otra cosa que acontecimientos del pasado reciente, un pasado solamente generado por la muerte. La inmutabilidad de la muerte. El periodismo se encarga de esos hechos recién fallecidos. A veces, incluso, los acompaña a la tumba. Los hechos nunca son fruto del pensamiento, no pertenecen al periodista, se sitúan fuera: por eso un periodista no es un filósofo. Sólo la interpretación de esos hechos le pertenece.

Puedo entender que haya quien dude de la existencia de la verdad, de la objetividad. Les invito a leer a Revel. Incluso admito que haya debate entre esos pequeños -¡enormes y vitales!- detalles de ‘fiction’ en la ‘faction’. El calcetín de Garzón y Pilar Urbano. O que pregunten a Cercas por el día que no se fue de putas. Pero a dudar del axioma sólo se atreve la ignorancia.

A no ser, claro, que los increíbles hechos mutantes consistan en algo parecido a esta entrevista a Zapatero en El País en julio de 2010. Así sí:

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Hombre, Guillén, que la búsqueda en Google de «hechos mutan» sólo da 145 resultados. Por poco caben en un tuit. Igual es para replanteárselo. El mote que te ha puesto Mr. Haiku, ‘el Quijotesco’, no puede ser más acertado. Ojo, cualquier día puede sacar uno de mis tuits y reflejarlo en el espejo. Yo, entonces, sólo espero sonrojarme y conceder, pero nunca empeñarme en embestir contra los molinos de viento.

Hay que ser muy tonto


Que la prensa deportiva acostumbra a mentir lo sabemos todos. Y ellos saben que lo sabemos. Así, se ha llegado a un acuerdo implícito entre esa prensa y el público: te compro para que me mientas igual que podría comprarme el Qué me dices, pero prefiero munición de barra de charla barata con los colegas, que leer por enésima vez que Belén Esteban se separa de su novio, su marido, tortuga o sea lo que sea que tenga ahora. Esto ofrece una ventaja fundamental: la princesa del pueblo pero sin el pueblo sólo puede separarse de uno, pero el Real Madrid puede fichar a diez o quince jugadores en lo que tardan unos amigotes en beberse el pacharán de la sobremesa. No hay color.

Por eso precisamente, porque la prensa deportiva miente, no nos escandalizamos cuando leímos en septiembre de 2011 lo siguiente:

https://twitter.com/marca/status/115378900623822848

Da para un par de rondas de cañas, al menos. Pero hombre, hombre. Resulta que cuando a alguien, año y medio más tarde, se le ha ocurrido frotar a Marca la noticia por la cara, el diario se ha descolgado con esto (varias veces):

No sé qué tipo de protozoo tiene Marca al teclado de sus redes sociales. No digo yo que reconozca la mentira, pues ya he dicho que ésta va implícita en la relación con el lector. Ni hablemos de hacer bien el trabajo. Pero al menos hay que tener la decencia de admitir que te han engañado y no aferrarse a la costumbre e inventarse que alguien se ha colado en tu cuenta y ha publicado ese tuit. Sobre todo cuando ese tuit lleva un enlace. Y más aún cuando ese enlace lleva a la siguiente noticia de tu propio diario.

Fichaje de Neymar Marca