Antes de nada, perdón


La nueva ejecutiva de Novagalicia se descolgó el jueves con un anuncio en la prensa en el que pedían perdón a sus clientes por la gestión anterior. En él, ofrecían sus disculpas por

el error de haber comercializado preferentes entre nuestros clientes particulares sin suficientes conocimientos financieros, causándoles así tan graves problemas.

Añaden que estas prácticas se produjeron antes de su llegada pero que es su obligación hacerse cargo. Se comprometen, dicen, a buscar soluciones para sus clientes. Pero saben, como muy bien explica Sefuela en este post, que las soluciones son difíciles.

No hay nada menos consecuente que pedir perdón por errores ajenos. Comprendo que desde su gabinete de comunicación pensaran que esto era una buena idea. Lo malo de dar la cara es que hay que darla de verdad. Las disculpas se piden por todo o no se piden. Es como pedir perdón por la bofetada pero no por el pisotón. Novagalicia no pide disculpas por haberse saltado a la torera la directiva MiFID y no haber informado a sus clientes del riesgo que corrían al contratar preferentes. No vale la letra pequeña ni la documentación que ellos mismos aportan en su página web y que forma parte de la información precontractual. Y no vale, porque la propia directiva afirma que solo la información es insuficiente. Y Novagalicia no se disculpa por esta minucia porque es la distancia entre el error y la estafa. Y eso sí que es un marrón del que hacerse cargo.

La directiva MiFID de la Unión Europea divide a los clientes en tres categorías según sus conocimientos financieros (entre otras cosas): profesionales, eligibles y particulares. Los últimos, que son los engañados, gozan de la mayor protección posible y, para ello, se les debe hacer un test de conocimientos financieros para evaluar si entienden aquello que van a contratar. Los tests no se hicieron en la mayoría de los casos y las preferentes, que debían haber sido vendidas solamente a aquellos clientes que comprendían el mayor riesgo del producto contratado, se colocaron a diestro y siniestro a clientes que pensaban que estaban comprando un depósito o un plan de pensiones. Si a esto le añadimos la defectuosa regulación legislativa (apuntada por el FMI) y la dejación de la CNMV, que para qué se va a molestar en hacer su trabajo (una vez más), tenemos la merienda de todos los días.

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