Los candidatos a la Casa Blanca frente a Irán (y III)



Mitt Rommey

El candidato republicano ha dejado claro que no permitirá que Irán tenga un arma nuclear y añadió también el pasado noviembre que la política de Obama al respecto es el mayor de sus fracasos en política exterior.

Apuesta por apoyar a los insurgentes para lograr un cambio de régimen, fuerza diplomática, duras sanciones económicas y, en última instancia, si todo lo demás fracasa, acciones militares.

Durante las tensiones del Estrecho de Ormuz, aseguró el pasado 23 de enero en el debate en Florida, que se deberían aumentar el número de construcciones navales por año de nueve a quince:

No porque queramos ir a la guerra contra nadie, sino por el peligro que supone que alguien quiera ir contra nosotros.

Y fue más lejos:

Debemos mostrar a Irán que un acto de esa naturaleza [el cierre del estrecho de Ormuz] será considerado un acto de guerra y de terrorismo, y que América mantendrá esas lineas de marítimas abiertas.

Un mes mas tarde, en Arizona, aseguró que Estados Unidos debería comunicar claramente a Irán que considerarán tomar acciones militares para evitar que obtengan armas nucleares.

El pasado cinco de marzo, se mostró aún más tajante en la conferencia de políticas de la AIPAC (un lobby estadounidense pro-israelí) donde aseguró que Irán debería ser sancionada hasta su capitulación.

Me aseguraré de que Irán se entere bien del muy real peligro inmediato que les espera si pasan a ser una potencia nuclear.

También afirmó que

como presidente estaré preparado para comprometerme con la diplomacia, pero estaré igualmente preparado para involucrar a nuestro poder militar.

Rick Santorum

En la línea de Newt Grimwich, pero con un lenguaje más agresivo, en una conversación con un periodista el pasado noviembre, Santorum aseguró que

los científicos que trabajan en el programa nuclear, especialmente si son extranjeros, serán vistos como combatientes enemigos. Serán una amenaza para los Estados Unidos. Finalmente, trabajaría con Israel dejando muy claro a Irán que estaremos preparando un ataque militar en sus instalaciones.

El pasado enero, aseguró que

si soy elegido presidente, haré una clara declaración al gobierno iraní diciendo que, o bien abren sus instalaciones para proceder al desmantelamiento de su programa nuclear, o bien las abriremos nosotros.

¿#Primaveravalenciana?


La izquierda es una gran generadora de iconos, una espectacular difusora de contenidos, una gestora multinacional de lugares comunes. Por suerte o por desgracia, si algo caracteriza a las redes sociales es el altísimo grado de confianza que generan en sus usuarios, mucho más que la publicidad y mucho más que cualquier monserga política. Por eso, que un político tenga la gran idea de esconderse tras un hashtag puede producir un efecto viral tremendamente eficaz en una consigna. Y eso es lo que ha ocurrido con #primaveravalenciana.
El 18 de febrero, un miembro de Compromís registró el dominio primareveravalenciana.com, como se puede comprobar aquí. Los disturbios comenzaron unos días antes. Las reivindicaciones de unos chavales que daban clase sin calefacción pronto pasaron a ser una manifestación política, aunque algunos la llamen social, para denunciar el recorte de salarios y un presunto recorte de derechos. El 20 de febrero se convocó la marcha que terminó con la ya famosa carga policial contra los congregados. Suficiente se ha escrito sobre ella. Casi siempre con un periodismo poco riguroso, por cierto. Pero de eso ya se ha ocupado con brillantez Marcel Gascón en su nuevo blog La música ligera.
Todo el mundo ha visto los vídeos y y también que había manifestantes que no tenían ni edad de instituto, ni carnet de padre del más imberbe. Cuando el periodismo ha preguntado, ha dado por buena su respuesta: «Estoy aquí por solidaridad». El periodismo de alcachofa suele dar por válida, como las redes sociales, cualquier estupidez. Esa solidaridad puede embaucar a gente muy cabal. Aloma Rodríguez, por ejemplo, es de esas personas que no suelen pisar manifestaciones. Pero la consigna de llevar un libro a la del día 21 le pareció creativa y ocurrente, así que decidió escoger uno al azar y presentarse en Sol. Terminó su asistencia como finaliza su artículo:

Cuando la manifestación cortaba Gran Vía, yo ya me había ido. Me fui a merendar un helado. Y a leer libros. No solo a lucirlos.

A eso me refiero. La luz del eslogan y la oscuridad del contenido. El espectador enciende un día la televisión, ve algaradas y palos y se convierte en ciudadano cabreado, solidarizado y se manifiesta. Pero todo tiene un contexto, y ahí falla con frecuencia el periodista. Pero también el ciudadano. A priori, no parece que hubiera motivo para que la policía cargara contra los manifestantes. Sobre todo cuando, buscando solo un poquito, nos topamos con que en 2005 ya hubo cortes. No solo eso. A día de hoy, hay más institutos en la misma situación. Ya digo, tres minutos de Google:
Algún ingrediente exógeno ha debido aderezar el cocktail explosivo de Valencia. Por eso no sorprende que, de los 26 detenidos el día 20, ninguno fuera alumno del Instituto Lluis Vives. Hemos visto el diluvio de ira por la carga policial, hemos visto las manifestaciones de solidaridad. A partir de aquí, la identificación con el débil es tan fácil, que se llega a admitir como legítima cualquier forma de reivindicación. Y se deja de pensar. Pero es que, incluso para el derecho al pataleo, hay unas mínimas reglas que cumplir.
Todavía rebotan las exigencias de dimisión a la delegada del Gobierno, pero nadie ha puesto el grito en el cielo por las palabras de Alberto Ordóñez, presidente de la Federación Valenciana de Estudiantes, en las que asegura que

vamos a seguir quemando las calles de Valencia.

Es decir, que si el comisario de la policía abre su bocaza para no desvelar sus fuerzas al enemigo, las pancartas se llenan de susodichos, pero nadie obliga al señor Ordoñez a dejar el mechero en casa. Tampoco hemos visto la condena a la izquierda más rancia, la del lenguaje de nuestros bisabuelos, por la instrumentalización política miserable de la situación de unos jóvenes sin calefacción en clase (que ahora, según parece, resulta sí tenían). No hemos visto la crítica a cómo un grupo de manifestantes se ha sumado a la protesta no por solidaridad, sino para reventarla por su causa, siempre de fin más noble y de más altos vuelos. Se ha criticado a la policía porque ha golpeado a menores con una fuerza brutal y desproporcionada, pero no se ha criticado a esos «trolls de manifa» que utilizan chavales para sus fines. Y no se les criticará porque actúan desde el púlpito de la superioridad moral que se otorgan al nombrarse defensores de los derechos ajenos pisoteados, estén o no pisoteados, sean o no derechos. Y es que, cada vez está más claro que no necesitan un motivo para manifestarse, sino una excusa.

Los candidatos a la Casa Blanca frente a Irán (II)



Newt Gingrich

Gingrich es partidario de lanzar una guerra cibernética contra Irán. En un post anterior ya comenté brevemente el caso Stuxnet:

Se ha especulado incluso que el ataque del gusano informático Stuxnet fue lanzado por Estados Unidos (alguno sugiere que también está el Mossad) como arma cibernética de espionaje para robar información sobre el programa nuclear iraní.

Además, ha manifestado que se deberían llevar a cabo operaciones encubiertas para eliminar a los científicos que trabajan en las plantas nucleares de enriquecimiento de uranio con objetivos militares. Defiende que el objetivo de Estados Unidos debe ser el cambio de régimen en el país,

pues si eliminamos las plantas y permitimos que el régimen continúe, las plantas volverán.

Busca el final del régimen de los ayatolás estrangulando su economía y promoviendo sanciones que quiebren el régimen. Es partidario de utilizar la fuerza militar como último recurso:

si llegamos a un punto donde los militares crean sinceramente que Irán está al borde de conseguir el arma atómica, estaría preparado para utilizar la fuerza militar.

Ron Paul

Con una postura muy cauta, un periodista de la CBS le preguntó en un debate el pasado 12 de noviembre si merecía la pena una guerra preventiva contra Irán. Paul fue categórico:

No, no merece la pena. La única forma de hacerlo sería a través del Congreso. Nosotros, como comandantes en jefe, no tomamos las decisiones de ir a la guerra. Hay que preguntar al Congreso si nuestra seguridad nacional está amenazada. Me temo que lo que está pasando ahora es algo parecido a la propaganda que se llevó acabo contra Irak.

Un mes más tarde, en las presidenciales de Iowa, aseguró que

el bloqueo contra Irán es un acto de guerra.

Los candidatos a la Casa Blanca frente a Irán (I)


Dentro de un año, en noviembre de 2012, habrá elecciones en Estados Unidos. Por el Partido Demócrata se presentará el actual presidente, Barak Obama. El Partido Republicano anda liado con sus primarias. Ahora que el ejército estadounidense retira definitivamente sus tropas de Irak, y que ha habido un notable descenso de víctimas en Afganistán respecto al año pasado (por primera vez desde 2003), despierta de nuevo la amenaza atómica de Irán, que salió de las portadas de los periódicos hace más o menos un año y regresó el noviembre pasado cuando el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) publicó una actualización de la situación del programa nuclear de Irán que determinaba que

el Organismo tiene serias preocupaciones respecto a las posibles dimensiones militares del programa nuclear de Irán. Después de evaluar cuidadosamente la extensa información disponible al respecto, el Organismo encuentra que dicha información es, en general, creíble. La información indica que Irán ha llevado a acabo actividades relevantes al desarrollo de un aparato explosivo nuclear. La información también indica que antes de 2003, estas actividades se llevaron a cabo bajo un programa estructurado y que algunas de estas actividades podrían seguir adelante.

No sabemos quién ocupará la Casa Blanca a partir de 2013 y, por tanto, no sabemos qué pasos dará la Administración estadounidense en este capítulo. Lo que sí sabemos es qué dicen hoy sus candidatos. Aquí van, de uno en uno.

Barak Obama

El actual presidente comenzó su mandato tendiendo la mano a Irán. En marzo de 2009, incluso, realizó un empalagoso discurso coincidiendo con el Noruz, el año nuevo iraní, que pretendía, al final de su alocución, dar un toque de atención a los gerifaltes iraníes, asegurando que

la grandeza no está en la capacidad de destruir, sino en vuestra demostrada habilidad para crear y construir.

En la cumbre del G20 de abril de 2009, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania hacen pública una planta secreta de enriquecimiento de uranio cerca de la ciudad santa de Qom, confirmado posteriormente por los informes de la OIEA de finales del mismo año.

La represión tras las elecciones iraníes de junio de 2009 contra manifestantes y líderes de la oposición hizo de la diplomacia un camino difícil.

En julio de 2009, la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, aseguró que Estados Unidos desplegaría un paraguas defensivo sobre sus aliados en Oriente Medio si Irán llegara a tener armamento nuclear.

Desde entonces, la Administración trabaja para aislar a Irán con nuevas sanciones tanto a través de las Naciones Unidas como unilateralmente. Se ha especulado incluso que el ataque del gusano informático Stuxnet fue lanzado por Estados Unidos (alguno sugiere que también está el Mossad) como arma cibernética de espionaje para robar información sobre el programa nuclear iraní.

En junio de 2010, Estados Unidos logró impulsar una cuarta resolución contra Irán en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (la tercera había tenido lugar en 2008). Poco después Estados Unidos y la Unión Europea tomaron medidas de presión unilateralmente.

Desde el informe de noviembre de 2011, las medidas tomadas han sido más drásticas y tienen como objetivos el sector petroquímico iraní y su sistema financiero, incluyendo su Banco Central. Aunque aboga por la diplomacia, no descarta la opción militar, tal y como declaró el Secretario de Prensa, Jay Carney el 7 de noviembre:

Estamos centrados, como he dicho antes, en la diplomacia. Por supuesto, nunca quitamos de la mesa cualquier opción en una situación como esta. Pero estamos centrados en la diplomacia, pensamos que eso es lo apropiado, y que nuestra postura tiene un efecto, un efecto positivo, en los términos de presionar y aislar a Irán que antes he apuntado.

Irse a Madrid es un libro para ligar


Se acercaba el verano cuando supe por primera vez de Manuel Jabois. Probablemente Tsevanrabtan o Verónica Puertollano comentaron alguno de sus twits. Algo ingenioso, claro, porque Jabois no sabe ser otra cosa. Ojo, que no soy de enjabonar. Y mucho menos a un tipo que no conozco y que tampoco tiene pinta de que me vaya a ofrecer un trabajo digno en la vida. Pero bueno, esta entrada tiene un propósito, y es su libro. He venido a hablar de su libro.

Cuando supe de la existencia de Irse a Madrid lo busqué en La Casa del Libro. Encontré el único ejemplar que quedaba mientras una chica preguntaba por él en caja. Mi reacción natural sería meterlo en la solapa, y si no lo hice fue porque tenía detrás al vigilante de la puerta. Se preguntarán por qué haría yo un gesto tan de Winona Ryder. Pues porque soy un hombre y, como todo hombre, cuando una morena con ojos azules me mira haciendo pucheros porque le he levantado el último libro que tanto tiempo lleva buscando, me comporto como un idiota y se lo doy. Ella dirá que no, yo insistiré y, finalmente, lo aceptará con una sonrisa complaciente, mezcla de «he conseguido lo que quiero» y «qué imbécil eres». Y es que mi cerebro, en estas ocasiones, libra una batalla perdida entre la fantasía y la razón. La fantasía siempre vence porque representa lo que deseo, y la razón, la hostia que me voy a dar. Yo, como soy un romántico, siempre me doy de bruces.

La fantasía es como un consejero de una caja de ahorros: te quiebra la vida. La fantasía me asesora que mi caballerosidad prendará a la chavala, que me invitará al Starbucks de la esquina para hablar de Jabois (fíjate Manuel que te acabo de colocar en un pedestal intelectual, aunque he cambiado el Gijón de Baroja), de su libro y de cómo es posible que sea conocido en Madrid un periodista del «Diario de Pontevedra». Y ahí, en las distancias cortas, sobre todo si son de Pontevedra, yo gano mucho. Mientras, la razón es como el hermano mayor, aunque en mi caso es el pequeño, que me dice que ella pagará el libro y no volveré a verla en mi puta vida. Así que, en un giro trómbico, logré evitar el choque y ya desde el retrovisor escuché al vendelibros decir que el libro debía de estar por ahí.

Salí de la tienda a hurtadillas, con paso de Cuasimodo. Con el subidón de adrenalina de un vendedor de enciclopedias que coloca tres a una familia numerosa desahuciada e inmigrante. Mueble incluido.

Como he dicho, se acercaba el verano, así que Irse a Madrid fue ese libro ligero de de verano y piscina. Cuando me conseguía concentrar claro, porque los frutos que da esa piscina, juro que no son terrenales. Entre la portada del libro y los bikinis, pensaba que había caído en algún lugar desaconsejado por La Biblia.

Que nadie se tome a mal lo de ligero. Cuando, ya terminando el verano, me fui de viaje a Portugal y Tarifa, me llevé La Contratación Colectiva, de William H. Hutt, recomendado un día por Rodríguez Braun en La Brújula de la economía. Y, amigos, no dudo del interés de dicho estudio, pero el Tangana no es su biblioteca.

Así que ahí estaba yo, con todo el verano por delante para leer las columnas de Jabois. Una de ellas da el título: «Baroja, más discreto, decía que para ser escritor había que llegar al Gijón y ponerse a la cola, pero Baroja no tenía ADSL» (pág. 33).

En charlas de bares, en las que me quiero hacer el simpático, me he agarrado a las columnas de Jabois. Es lo que son, historias cercanas. Las contaba para sacar un provecho personal, lo reconozco: solo se las he contado a chicas. Comenzaba diciendo «estoy leyendo un libro…», como para lograr la sorpresa de alguna. Y luego ya, soltaba la columna. Sí, he utilizado a Jabois para ligar. Y debo decir que con bastante éxito. He contado las historias, y mi amigo se ha puesto morado.

Jabois narra en sus columnas lo que ocurre a su alrededor. Hace periodismo del periodismo, con la venia que le da reírse de su sombra y ponerse en evidencia. Es un faltón consigo mismo, un ojo de halcón de lo cotidiano, te ve cuando crees que nadie te mira, como las cámaras de Preciados. Sus metáforas huyen de lugares comunes y las reinventa con una fluidez literaria. Es como aquellos compañeros de colegio que sabíamos que apenas estudiaban y siempre sacaban buenas notas. Ahora, ya sé qué ocurre cuando no encuentro palabras: están todas en la puerta de su casa, haciendo cola, como escritores en el Gijón, para que él las escriba. Habrá que arrimarse, a ver si se pega. Porque parece que tiene un ángel caído, y que le ha caído encima.

Otra media tarde de economía con Rodríguez Braun y Rubalcaba


[Tras haber llenado la panza, Emilio Lucas Marín levanta una queja sobre el hashtag y reanuda el debate. Vamos camino de superar las dos tardes de Zapatero, aunque nos faltaría una más para alcanzar las tres de Pedro Schwartz].

Emilio Lucas: Con el hashtag no se puede seguir el debate, porque Rubalcaba no lo usa.

Carlos:  Pues sí que lo he usado.

Emilio: Pero no Rubalcaba.

Alfredo: Es que poner el hashtag para promocionar su libro es una idea hábil de Rodríguez Braun pero ya se la hacemos con el debate 😉

Carlos: No inventé yo el hashtag, pero qué le vamos a hacer, así es el socialismo…

Alfredo: Jaja, socialista es hacer un hashtag para que se debata entre la sociedad. Hacerlo para que se venda es capitalismo, sin más.

Carlos: Saben ustedes mis intenciones… totalitarismo… O sea que los socialistas no quieren imponer, obligar, prohibir, recaudar…benditos.

Alfredo: Jaja Ya que te pones… contestarás nuestra pregunta. Es evidente que alguien como usted tiene una opinión.

Carlos: Pues claro que contesto, como han visto ustedes hoy sobradamente…

Alfredo: Pues dale. 1 de 2 preguntas. ¿Abaratar la contratación como defiende el PSOE o abaratar el despido como plantea el PP?

Carlos: ¿Está claro?

Alfredo: 2 de 2 preguntas. ¿Que los bancos asuman sus errores como plantea el PSOE o comprarles sus activos tóxicos como dice el PP?

Carlos:  ¿Que los socialistas no rescatan bancos? Otra vez, please…

Alfredo: Sabe perfectamente que no es lo mismo prestar dinero a cambio de pago con intereses que comprarles lo malo con dinero público.

Carlos: No a la intervención en bancos. Capítulo final de Una crisis y cinco errores.

Alfredo: Bien, primera pregunta contestada. No está con el PP en su estrategia de ‘privatizar los beneficios, socializar las pérdidas’.

Carlos:  Los que socializan son socialistas, de ahí su nombre. ¿No?

Alfredo:  Sí, socializamos la educación, la sanidad, los servicios sociales… no las pérdidas privadas de bancos. Mire, mire.

Carlos: Claro, socializar es forzar a la sociedad a pagar. ¿Verdad?

Alfredo:  Por cierto, la pregunta 1 de 2 no la contestó, profesor.

Carlos:  Que sí, que no leen ustedes. Ni una cosa ni otra: contratación libre.

Alfredo: Contratación libre, bancos libres, mercados libres… Y así ha ido. La libertad no es dejar hacer a quien sólo mira por su interés.

Carlos:  Eso, claro, y los socialistas sólo miran al interés general, clap, clap…

Alfredo: Cuando no tenemos que contestar,acudimos al clásico liberal de ‘ellos no entienden de economía’ o ‘el socialismo es malo’.

[Sánchez Galera se apunta como levantando la mano en el nuevo anuncio de Movistar].

Carlos: Contratos libres, no contratos basura.

Alfredo: Abaratar contratación es pagar seguridad social con lo recaudado de impuestos a riqueza y banca, no contratos basura.

Carlos: gracias a todos, buena discusión. Me voy a la presentación del libro de Carlos Espinosa de los Monteros (Deusto). Por cierto, #ElLiberalismoNoEsPecado.

[FIN. Creo].

Media tarde de economía con Rodríguez Braun y Rubalcaba


[Seguir una conversación en Twitter es imposible si falta el hashtag. Extraer lo que en ella dicen dos personas es incómodo. Sobre todo si no paran de hablar. Aunque ha habido más intervinientes en la discusión que a continuación les cito, me remito a los mínimos impresicindibles para que sea inteligible. Y escenifico, con un par, a riesgo de acabar peor que Javier Cercas en manos de Arcadi Espada (aunque por si acaso, me he procurado un abogado).

Por la izquierda aparece Alfredo Pérez Rubalcaba. Camina vivaracho, como recién salido de un mitin y con su hashtag “Para el futuro” bajo el brazo.

(Gracias a Goslum, y él sin saberlo, por la imagen).

Caído del cielo aparece Carlos Rodríguez Braun, aunque a Pérez Rubalcaba le parece más bien salido de las mismísimas entrañas del infierno. También lleva un hashtag, que es su último libro escrito junto a Juan Ramón Rallo, El liberalismo no es pecado.

Rubalcaba se sobresalta al verlo, de repente, como una maldita aparición. Rodríguez Braun le sonríe, cual réprobo liberal, y le ofrece su última obra, gesto que el candidato socialista rechaza amablemente, no le vayan a ver con un hashtag tan impropio. Alfredo rompe el hielo hablando de sí mismo en tercera persona, pues hay cosas que dichas de uno mismo quedan muy mal].

Alfredo Pérez Rubalcaba: Javier Solana dice que después de escuchar la madurez de Rubalcaba, está convencido de que es el presidente que España necesita.

Carlos Rodríguez Braun: ¿De verdad?

Alfredo: Deducimos por tus palabras (dos, para ser exactos) que crees que el mejor presidente sería…

Carlos: ¡Rubalcaba Nooooooooooooooooooooooooooooo…!

Alfredo: jajajaja Mariano estaría orgulloso de ti (como buen neoliberal y seguidor de la desregulación total del mercado).

Carlos: Ja, ja, el PP a favor del mercado y la desregulación total… qué disparate.

Alfredo: sí, sí,… revisa su programa… o mejor, revisa sus declaraciones… o mejor, revisa su actuación en las CCAA que gobierna.

Carlos: Ni en su programa, ni en sus declaraciones, ni en su gestión…

AlfredoA ver Rodriguez Braun, mensajes de uno en uno, que te nos aceleras y duplicas la conversación 😀

CarlosEscriban más rápido ustedes, vamos…

Alfredo: Es para no duplicar conversación y la gente pueda seguir el hilo. Usted cree que liberalismo es igual a libertad y no es así.

Carlos: El socialismo no parece ser igual a la libertad ¿no?

[Entra Mordor que, como su propio nombre indica, sí que viene del infierno].

Mordor: Los liberales ya tienen un ejemplo de país sin «estado opresor», que es Somalia 🙂

CarlosJa, ja, qué disparate.

Mordorno lo es tanto, por desgracia…. menos estado es menos seguridad, por ejemplo. Far West a lo Hayek.

CarlosCurioso lo del Far West, recomiendo Justicia sin Estado de B. Benson.

AlfredoMire Rodríguez Braun: A los liberales les ha salido muy mal su argumentación viendo la crisis mundial. Hay que volver a regular los mercados.

[Suena el teléfono de Rodríguez Braun. Es Carlos Alsina para saber si se va a dignar a pasar por su programa esta noche. Mientras sale del banquillo, aunque no sé bien de cual, Antonio Zafra].

Antonio Zafra: los gobiernos que hicieron del intervencionismo su piedra angular (comunistas) también erraron…

AlfredoClaro. Se trata de combinar un ‘notodovale’ con una banca europea más fuerte, eurobonos…

Antonioya pero cuando algunos piden intervención lo confunden con estatalización…

AlfredoPara eso estamos nosotros. Para explicar a todos que no es lo mismo. Pero que no podemos seguir sin una Europa fuerte.

Antonio: cuanto mas dinero se gasten en malcontrolar más dinero de mis impuestos me exigirán. Y eso no me gusta…

Carlos: [Cuelga y se dirige a Rubalcaba] O sea, el centrismo, o sea, lo que dice el PP.

AlfredoEl centrismo del PP no está en la política económica. ¡Ah! Curiosa la virtud moral que usted atribuye al liberalismo.

Carlos¿No? Muchas gracias a todos, la discusión ha sido muy interesante, la proseguimos más tarde, si quieren.

Alfredo: bueno, como quieras, pero no nos has contestado. ¿Abaratar la contratación (PSOE) o abaratar el despido (PP)?

La derrota filosófica de ETA


Hay muchas formas de alcanzar la paz. Una de ellas es renunciando a la libertad. No queda lejos el franquismo como ejemplo. También se pudo alcanzar hace 30 años, por poner un número, procurando a los terroristas sus exigencias.  Por eso, primero, el terrorismo nacionalista vasco no es una cuestión de paz; y segundo, la mal llamada paz no puede tener un precio. Nadie se sentiría más cómodo en su casa si un asesino en serie lanzara un comunicado y declarara su aburrimiento criminal. ¿Por qué? Porque seguiría en libertad. Y la obligación de la policía sería encontrarlo y llevarlo a la sombra de un juez. Nadie permitiría que la policía mirara para otro lado.

En un Estado de Derecho uno no se puede saltar la ley y esperar que no haya consecuencias punitivas. Y esa es la historia de ETA. Hoy, el temor extendido es que el comunicado de ayer solo sea un paso más en una degenerada negociación encabezada por el Gobierno que permita precisamente eso: que el asesino no pague su precio.

La verdadera derrota de ETA solo puede ser la filosófica, y esa, la conducen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad el Estado. Esa derrota, la más humillante, la que extirpa el pasamontañas, es la verdadera y única victoria de la democracia. La victoria que obliga a unos asesinos a dejar de matar. La negociación de Zapatero con ETA ha sido y es vergonzosa y humillante para la democracia. No digo ya para las víctimas, la única referencia moral de esta sociedad contagiada de un relativismo repugnante que justifica los medios.

Overdose: La próxima crisis financiera


El inicio de la crisis inmobiliaria en 2007 dio lugar al colapso financiero de 2008. Los gobiernos, para remediar la situación se dedicaron, fundamentalmente, a inyectar liquidez, que es algo así como hacer que todo lo que uno tiene valga menos porque el dinero pierde valor.

Muchos son los que anunciaron que así no se saldría de la crisis. Por supuesto, no se les ha escuchado. Hoy, varios países, el primero Grecia, se enfrentan a la quiebra. Los gobiernos no quieren ni oír hablar de medidas impopulares y arrastran así la economía al abismo. El documental Overdose: The Next Financial Crisis anticipó lo que ahora ocurre. Si la crisis de deuda de los estados estalla, será una broma comparado con lo que hemos vivido hasta ahora. Sin embargo, los premios, la difusión y el éxito se lo ha llevado, cómo no, Inside Job, que culpa, faltaría más… a los ricos y a los banqueros.