Nasciturus, nascituri (II) Criterios de humanidad


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Uno de los puntos principales, si no el más importante, del debate entre abortistas y antiabortistas es el de cuándo y cómo se puede determinar que un embrión sea una persona. Para las organizaciones antiabortistas el embrión debe ser considerado persona desde su concepción, adquiriendo en ese mismo instante el derecho a la vida. Tradicionalmente, sin embargo y como consecuencia del Derecho Romano (Digesto 1.5.7) , se considera al bebé como sujeto jurídico sólo desde el momento en que nace, aunque se entienda que, a modo de protección, pueda recibir ese privilegio antes del mismo. A partir de finales del siglo XX, el derecho a la intimidad de la persona en cuestiones de sexualidad y maternidad ha terminado por prevalecer parcialmente frente a esa protección. En los Estados Unidos, por ejemplo, se puede abortar libremente durante los tres primeros meses de gestación, antes de que el feto sea viable, y en España, tras la ley de 2010, durante las primeras catorce semanas.

Bajo mi punto de vista, el desinterés que en general se demuestra ante un tema como este del aborto libre -aunque sea libre sólo durante un periodo determinado- resulta extraordinario, sobre todo por las posibles consecuencias de estas leyes, y sólo puedo entenderlo como el producto de una especie de letargo moral en la sociedad actual, tan sólo dispuesta a escandalizarse con aquellos asuntos que le sean dictados por el espíritu del momento, o, en definitiva, como un hastío frente a ciertos debates que acaban siendo exclusivamente ideológicos y están salpicados de intereses particulares.

Confieso que hasta hace bien poco yo también formaba parte de los que prefieren no tener una opinión al respecto. Le debo sin embargo a la antigua ministra de Igualdad, Bibiana Aído, el favor de que me obligara a tomar partido con su famosa y desafortunada declaración de que un feto de menos de trece semanas es «Un ser vivo, claro; lo que no podemos hablar es de ser humano, porque eso no tiene ninguna base científica».

Esta declaración fue realizada en la cadena Ser el 19 de mayo de 2009. Semejante torpeza puso en evidencia el tipo de pensamiento que puede colarse, y que de hecho se cuela, en esta clase de leyes. Por entonces yo me encontraba leyendo Maus, el famoso cómic sobre Auschwitz. En él, justo al comienzo, puede encontrarse uno con la siguiente cita de Hitler: «Sin duda los judíos son una raza, pero no humana». Me pareció evidente que el parecido de ambas frases era mucho más que fortuito y que no hacía falta comparar a Bibiana Aído con Hitler para darse cuenta de que su razonamiento, por mucho que fuera inconsciente, seguía un camino ideológico paralelo.

Pues, si bien es cierto que no hay ninguna base científica para considerar que un feto menor de trece semanas sea humano, tampoco lo hay para decir que no lo es. Es más, ni siquiera existe un argumento que pueda probar con total certeza que un feto de más de trece semanas lo sea; o por decirlo ya de una vez por todas, no existe manera científica de probar que nadie, ni siquiera una persona adulta, lo sea. Todavía no se ha llegado a un acuerdo acerca de qué es lo que define la humanidad, ni es probable que la ciencia llegue a dar con ello, dado que no se trata de una cualidad determinada de la fisiología humana, ni de un comportamiento concreto que impregne el carácter de cada sujeto, ni de nada por el estilo que pueda ser cuantificable de una u otra manera, sino de algo esencial, de un hecho absoluto que radica en la existencia de la persona y la dota de un significado. Y esto es así porque el criterio de humanidad no es un criterio científico sino de otro orden diferente, y que está muy por encima de la ciencia: este es un criterio moral y filosófico, un criterio humano en el sentido más amplio de la palabra.

Si el espíritu de las leyes hubiera de ser regido exclusivamente por dictámenes científicos, ninguna muerte podría ser definida como asesinato. Naturalmente, sería el poder político quien se encargaría de ‘aclararlo’.

Continuación

Publicado por

Nacho Escobar

Pintor y profesor de dibujo

4 comentarios en «Nasciturus, nascituri (II) Criterios de humanidad»

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