Nadie sabe bien dónde sufrió el contagio, si en una playa cántabra o en la Sierra de Gredos. Quizás fue un trancazo de otoño soriano. Quizás dos besos de Aznar. El caso es que Alicia se infectó del virus españolista que, como todo el mundo sabe, es una enfermedad incurable. Lo más llamativo del trastorno es que solo los que rodean al paciente se percatan de los síntomas. El infectado, sin embargo, parece vivir en una Arcadia feliz. Pobre desgraciado.
Es por eso que una señora, preocupada por la salud de Alicia Sánchez-Camacho, cabeza de lista popular en las próximas elecciones de Cataluña, envió ayer una carta al Diari de Girona titulada «Carta a la meva exalumna Alicia S.C.». La mujer tuvo el sano cuidado de no identificar a la afectada y utilizar sus iniciales para su apellido, como mandan las buenas praxis de la cosa de la salud.
Así, la mujer identifica en Alicia los típicos síntomas del virus: defender al Estado central frente a Cataluña, aprobar el latrocinio contra los catalanes, denunciar la discriminación del castellano en las escuelas públicas, perseguir la lengua catalana (por las calles si es preciso) y construir carreteras donde no son necesarias. La mujer vive angustiada porque sabe que es el virus y no Alicia hablando cuando dice
verdaderas barbaridades contra Cataluña.
Por eso, la profesora se siente dolida cuando gente cercana, buena gente, critica y echa pestes de ella. Pero la maestra, que sabe bien que el germen actúa sobre el ego, borra identidades inculcadas desde la escuela, arrasa principios y alimenta el lucimiento personal por encima del sacrificio colectivo, apela a la buena conciencia que le pueda quedar y le tutea:
desearía abrir un pequeño agujero en tu conciencia que actúe con el corazón defendiendo la verdad y las necesidades de un pueblo que tú sabes que es noble, trabajador, fuente de riqueza y que no se merece el trato que desde Madrid se le está dando.
Menos mal que «respeta totalmente» que sea del PP.
Pensar que la diferencia y el sentido comun se consideran viricos nos permite pensar que la identificacion nacionalista colectiva es una intoxicacion