«El último trabajo del director iraní Jafar Panahi se escabulló debajo de las narices del régimen que lo amenazaba y llegó de contrabando a las salas de cine en una memoria USB, escondida dentro de un pastel. Panahi fue sentenciado por su gobierno a seis años de prisión, lo cual sería tolerable si no fuese por la verdadera condena: 20 años sin poder filmar una película (…)».
(por Aura Antonia García).