El Diario Vasco informó ayer de una boda que acabó en pelea. Se casaban en San Sebastián una vasca y un vallisoletano. Habría sido una bronca más de whisky y ginebra si no fuera porque, según un testigo, el ambiente se fue calentando cuando unos gritaban «Viva España» y otros respondían «Gora ETA». Y viceversa. Después, alguien quiso poner una canción de Benito Lertxundi, que canta en vasco. El novio ordenó que la quitaran. Luego, otro invitado exigió que sonara de nuevo y, esta vez, entera. La copas subieron la tensión y uno de los invitados vascos sacudió el puñetazo que desencadenó una pelea que acabó con la intervención de la Ertzaintza, dos detenidos y varios heridos.
Me sorprende de la historia que ninguno de los periódicos en los que he leído la noticia señalen que «Viva España» no es la antítesis de «Gora ETA». Todos presentan el origen en un choque de ideologías. Mal hace el periodismo si ni siquiera es capaz de identificar que, mientras unos lanzaban gritos patrióticos, otros enaltecían el terrorismo de una banda criminal que ha asesinado a 857 personas por toda España. Una manada terrorista que ha atemorizado a toda una sociedad que ha vivido durante 40 años bajo la dictadura del miedo.
Lo que quizás no hayan sabido nunca los colegas de las bombas lapa es que su capacidad de infundir terror termina donde comienza la provincia de Burgos. Un vasco quizás sea capaz de soportar los gritos, apear la mirada, tapiar los tímpanos y seguir comiendo del plato. Ha lactado el miedo. Pero las posibilidades de que eso ocurra con un grupo de españoles arropados y edulcorados es muy baja. Y si además son una colección de bestias, aún menos.
Los versos de Lertxundi solo fueron la chispa que todos buscaban encender.
La boda parece la viva metáfora de la política que sufrimos. La novia termina, impotente y micrófono en mano, suplicando a la desesperada que dejen la pelea. Pero ella tenía que haber actuado con el primer gora ETA. Y al segundo, haber expulsado de la boda a todos los amigos del tiro en la nuca. Pero no lo hizo. Y así pasó el día más feliz de su vida.