Equipo del Régimen


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Es conocido eso de acusar al prójimo de las propias carencias. Así se hace con el Real Madrid, por ejemplo, cuando se le acusa de equipo del régimen franquista a pesar de que su leyenda se haya forjado en Europa, lejos de los tejemanejes nacionales. El Barcelona adquiere como rival, por tanto, los valores opuestos. Es el discurso simple el que siempre resulta efectivo, y da igual la relación de hechos que se expongan, que el Barça disfrutará de su halo romántico a pesar del tufo reaccionario de sus dirigentes.

En Cataluña, asfixia más el nacionalismo que el calor del verano. Ahí está la imagen de los candidatos a la presidencia del club posando con la camiseta del 27S. Una imagen imposible en otro equipo y, sin embargo, necesaria en el Barcelona: el candidato que se mueva, no gana. No sé si todos siguen el camino religioso de Mas, pero sí sé que saben que no pueden negarse a aparecer. Es una escandalosa falta de libertad a la que la sociedad catalana ya se ha ido acostumbrado, pero no deja de ser una anomalía ambiental. El Barcelona sigue la estela del proceso político que deja el presidente de la Generalitat, ha formalizado un discurso nacionalista y vende en sus taquillas las mismas ensoñaciones que el separatismo. El Barcelona se expande por los cinco continentes mientras sus miras acaban en las fronteras de Cataluña. Es muy difícil mantener el equilibrio entre la pasión por un equipo y el desafecto a algunos valores que representa. Esa inyección de política. Por eso, claro que es el Barcelona es más que un club. Forma parte de un proyecto sentimental que no tiene nada que ver con el deporte.

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