Un tipo que merece la pena admirar


eMID9GCwPoco después de que Juanan, a quien todos llamaban Dick, tomara «A Grandeira», Pedro Ampudia escribió:

He bajado con él a comprar risketos al chino y he sufrido con él sus “cierres de mes”. Con Dick y con otros, a los que como a él considero mis amigos por encima de definiciones que convendría revisar más pronto que tarde.

Internet ha traído peculiares amistades que, para nuestros hijos, serán tan normales como un colega del colegio, pero que a nosotros, o al menos a no pocos, chirrían por el entorno. Los medios han cambiado y la forma de establecerlas se han adaptado. Con los años, terminamos saludando cada día a desconocidos que dejan de serlo y poco a poco sabemos menos de nuestros amigos.

Por eso, un día como hoy, no es extraño sentir una profunda tristeza por alguien que nunca viste pero que saludabas cada mañana. Pérez-Cepeda dominaba la ironía como nadie y era un gran intolerante con la estulticia. ¡Qué gran virtud! Educado como pocos, siempre tenía una palabra amable, una frase genial, una salida aguda. Pocos son capaces de despertar tanto cariño en tantas personas. Como decía él, por lo visto nació y, desde entonces no ha dejado de dar vueltas. Hasta hoy, que ha parado.

Era un hombre que trascendía Twitter. Hace poco más de dos años, una amiga me dijo que lo conocía de la radio, por Carlos Herrera y el patrón González.

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El mundo es hoy peor. Se ha ido un tipo que merece la pena admirar. Pero ahí estaremos sus amigos para recordarlo. Porque lo queremos. Porque lo necesitamos. Sus tuits nos muestran que grandes frases para la historia también las han pronunciado grandes hombres anónimos. Gracias Javier, y descansa en paz.

El comunismo que viene


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Estas declaraciones de Monedero:

En términos de víctimas, el capitalismo es infinitamente superior al nazismo.

Y así lo explica:

Es evidente. Ahora hay dos tercios de la humanidad, no 10 millones, ni 20 ni 50, dos tercios de la humanidad que no hacen falta ni como productores ni como consumidores. Es decir, son desechables, expresión que se utiliza en Colombia para la gente sin recursos. Y vemos que las decenas de miles que mueren intentado cruzar el estrecho es porque han entendido que en todo un continente no tienen solución. Los desplazamientos que hay en el mundo que tienen que ver con el cambio climático, que tienen que ver con que las grandes empresas no tienen ningún tipo de interés en mantener el Planeta. Las guerras que se están promoviendo por parte de los que tienen armas generan no seis millones de víctimas, que es terrible, sino cientos de millones de muertos todos los años. En términos de víctimas es infinitamente superior. A veces nos dan miedo las comparaciones porque nos estremecen. Si uno mira las víctimas que generó el nazismo y las que están ahora mismo en el mundo sufriendo, acortando su esperanza de vida, siendo sujetos de enfermedades, de guerras por culpa de un sistema deplorable, pues devuelvo la pregunta: ¿Tú por qué crees que el Papa ha hecho una encíclica cuestionando todo este tipo de comportamientos vinculados al terrorismo financiero?

Y continúa, pero con esto es suficiente. Lo execrable es la comparación con el nazismo. Un sistema totalitario que sí era criminal. Que nació para dominar el mundo basado en el terror, igual que el estalinismo. Monedero relativiza el mal radical de los totalitarismos para ajustarlo su discurso. Es una perversión moral. Siempre es difícil rebatir una mente construida a base de axiomas imaginados: Ni los hechos, ni la evidencia, ni mucho menos los datos, le harán perder un ápice de terquedad. En estos momentos, hay una población de más de siete mil millones de habitantes. En lo que llevamos de año, han nacido unos 67 millones de niños y han muerto, en total, menos de 28 millones de personas. Llevadas a fin de año, habrá un total de muertes que rondarán los 60 millones en todo el planeta, muy lejos de los inexactos «cientos de millones» causados solamente por los que tienen las armas. Sacamos aquí dos conclusiones: primero, que Monedero se inventa las cifras para justificar su discurso; segundo, que sólo le importa su discurso.

En su alocada comparación de cifras, por tanto, se esconde la verdadera comparación: el capitalismo es peor que el nazismo y, si se acabó con el nazismo, imaginen cómo hay que luchar contra el capitalismo. Monedero y acólitos quieren cambiar el sistema porque el capitalismo es criminal. El capitalismo mata. Como dice el genial Javier Pérez-Cepeda, «en cada generación hay un selecto grupo de idiotas convencidos de que el fracaso del colectivismo se debió a que no lo dirigieron ellos». No es más que un nuevo intento de llevar la utopía al poder, otra declaración de buenas intenciones de una minoría que se arroga la voz de la mayoría, que sabe lo que quiere el resto mejor que los demás. Pasean un impostado sentimiento de culpa y te señalan si lo denuncias.

Hablan de la redistribución como la solución a la pobreza e ignoran lo evidente: si mañana, cada español tuviera 100.000 euros en el banco y un trabajo, comenzarían las desigualdades. Unos decidirían darse la vuelta al mundo, otros comprarse una casa, otros dejar el trabajo y montar un chiringuito en la playa; el de más allá, comprase un coche; y unos cuantos decidirían que con 100.000 no se soluciona la vida de nadie, lo meterían en el banco, ahorrarían y harían alguna inversión y se irían a trabajar. Y esas inversiones a unos les irían bien y a otros les irían no tan bien. Y es que está en nuestra naturaleza hacer lo que queramos con lo nuestro. Y sin duda, volvería otra generación de comunistas a manifestar que no se hizo bien en su momento, y que aquí están ellos.

Afirmar que el capitalismo mata es una estupidez, una excusa ideológica para acabar con él. Nunca, en la historia de la Humanidad, ha habido tantos avances técnicos ni tecnológicos, tanta prosperidad, una esperanza de vida tan alta, una mortandad tan baja. Nunca hemos vivido en un mundo mejor. Nunca se ha gozado de tanta libertad en tantos países. Nunca ha habido menos guerras. Nunca ha habido tanta solidaridad de ciudadanos hacia los más desfavorecidos. Nunca ha habido tanta conciencia para cuidar el entorno. Hace 200 años, el mundo entero estaba apelotonado en una esperanza de edad de 40 años. La revolución industrial disparó el crecimiento europeo. Y África despegará de la misma manera que lo hizo Asia.

Suscribo las palabras de Julian Simon, profesor de Economía de la Universidad de Maryland:

Este es mi pronóstico a largo plazo: Las condiciones materiales de la vida seguirán siendo mejores para la mayoría de las personas, en la mayoría de los países, la mayor parte del tiempo, indefinidamente. Dentro de uno o dos siglos, todos los países y la mayor parte de la humanidad estarán al mismo nivel o por encima de los actuales estándares de vida occidentales. No obstante, también creo que mucha gente seguirá pensando y afirmando que las condiciones de vida van cada vez peor.