Entre el coche y el andén


Si eres pobre y de derechas eres un mísero desgraciado. El sistema te ha abducido con mentiras y promesas. Todos te miran y nadie te entiende: ¿cómo es posible que defiendas los intereses de los ricos cuando éstos no están dispuestos a compartir su renta contigo? La única explicación está en tu ignorancia. No has sido capaz de romper el cascarón, de ver la realidad. No te dejas guiar por los filósofos y mantienes tu mirada encadenada en la caverna. Prefieres un filete en Matrix a admitir que eres un oprimido por un sistema que sólo beneficia a unos pocos. Y tú, nunca, repito, nunca, estarás entre ellos. En cuanto asomes la cabeza te la pisarán, y la devolverás sonriente a la cueva porque eres, sencillamente, un idiota irresponsable.

Si eres pobre y de izquierdas, has despertado. Eres consciente de que el mundo hay que cambiarlo a través de la democracia o a pesar de ella. Tu conciencia social te hace solidarizarte con los que están todavía peor que tú -siempre hay alguno- y tu angustia vital te empuja a ayudarlos. No tienes intereses propios, al menos no egoístas. Por tanto tus intereses no son tuyos, sino de una conciencia superior, de clase, incluso de pueblo, con los que te identificas plenamente. Tus intereses son altruistas y, a través de la defensa del débil, quieres eliminar privilegios de los ricos e imponer una sociedad más justa: la tuya. Eres pobre, sí, pero ves la realidad tal y como es, y no como te la dibujan. Eres un ejemplo a seguir hasta tal punto, que tú mismo te pones como modelo ideal.

Si eres rico y de izquierdas vives como un marqués y piensas como Llamazares. Es la posición más ventajosa -y ventajista- de todas. Socialmente estás muy bien visto, pues te quejas del poder, el mismo sobre el que influyes en tus ratos libres, pero eres consciente de que hay mucha gente peor que tú y aseguras que tu deber moral es ayudarles a mejorar. Hay algo de pose en todo ello, porque en cuanto Hacienda mete las manos en tus bolsillos para proceder a la redistribución de la riqueza te cagas en su puta calavera, pero oye, es lo que tiene el equilibrismo. Sin duda alguna, esos impuestos que pagas compensan con creces tu imagen social, pues defiendes lo público con la misma compulsión con la que utilizas los servicios privados.

Si eres rico y de derechas no sé qué haces que no estás ocupado muriéndote, maldito fascista neoliberal. Caradura, golfo, sinvergüenza. Seguro que también eres empresario y tienes una SICAV. Te importa el mundo un rábano y los únicos intereses ajenos que valoras son los que te tienen que pagar. Al fin y al cabo, son tuyos. Banquero, más que banquero. Eres la estofa más inmunda que habita la Tierra, incluidas las orugas. Te dedicas a montar empresas y a ganar dinero con ellas, ¡explotador! Encarnas lo peor del ser humano, tu mera existencia genera un odio sólo comparable a tu ambición. Apenas tienes conciencia para lo tuyo y para los que son como tú. Entiendes la sociedad como un montón de trabajadores a tu servicio. Eres caprichoso y egoísta, y ni entiendes ni te interesa saber qué es el bien común. Haces las leyes y las trampas, y encima votas al PP.

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