Unicornios sobre Barcelona


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El arco parlamentario catalán está sembrado de nacionalismo. Pocos partidos se salvan. Por eso, no es de extrañar que Raül Romeva, ex diputado de Iniciativa per Catalunya, haya dejado su partido porque éste no apoya el proceso secesionista comenzado hace algunos años por Artur Mas, y se haya unido como número uno a la lista unitaria de Convergencia y ERC, con la que pretenden hacer un plebiscito en forma de elecciones autonómicas sobre el asunto catalán.

El 22 de octubre de 2012, el señor Romea se despertó y vio, sobre el cielo barcelonés, unos cazas militares. No eran chinos ni norcoreanos, sino españoles, y eso es precisamente lo que le alarmó. Firmó entonces una carta dirigida a la vicepresidenta y comisaria de Justicia, Derechos Fundamentales y Ciudadanía de la Comisión Europea, Viviane Reding, en la cual se señalaba que dos militares y un político habían hablado de la posible invocación del artículo 8 de la Constitución Española para defender sus fronteras e integridad territorial. Invitaban a la comisaria a estudiar la posibilidad de suspender el derecho de voto de España ante el posible peligro de una intervención militar. Romeva unió los puntos que, como a los niños, es lo que se le da bien: declaraciones, cazas, coacción militar a Cataluña.

Preguntado Carlos Herrera, dos días después, afirmó que

es inadmisible que [el referéndum] se plantee en términos militares como algunos están haciendo. Por lo tanto, en un marco democrático como es el europeo, la UE tiene que mandar un mensaje claro que frene cualquier tipo de incitación a ese tipo de actuaciones de tipo militar. Hay recursos para hacerlo por la vía política, por lo que estas amenazas están fuera de lugar.

El resto de la entrevista no tiene desperdicio. El nacionalismo vive en un estado alerta paranoica permanente. Donde hay maniobras del ejército del aire, el señor Romeva interpreta amenazas militares. Pide respeto, pero lo pone difícil. Es complicado respetar a quien defiende con seriedad el vuelo de unicornios sobre la catedral de Barcelona.

Y es complicado tomarlo en serio cuando ese mismo año, en enero de 2012, elevó una pregunta, junto al eurodiputado Ramón Tremosa (CiU) (quién también firmó la carta sobre los militares), a la Comisión Europea de importante calado político a propósito de un pisotón de Pepe a Messi en el partido de ida de la Copa del Rey:

¿Cree la CE que estos hechos tan graves, vistos por millones de personas, incluidos niños, deben quedar impunes? ¿Está satisfecha la CE al saber que ningún comité de competición no se está ocupando de este episodio de violencia en el deporte?

Sostenían que

si Pepe se queda sin sanción, su pisotón a Messi será percibido como una acción neutra para la sociedad.

Este es el nivel del number one de la lista unitaria plebiscitaria. La CE no llegó a contestar porque dos semanas después retiraron la pregunta. Casualmente, justo el día después de que se clasificara el Barcelona. No me pondré paranoico, no vaya a ser.