Vuelven los toros a San Sebastián, con monarquía del brazo y hierve la sangre abertzale. En la concentración de hoy contra los toros se ha escuchado «fuera monarquía», «los Borbones a los tiburones», «la tortura no es arte ni cultura», «Con un poco de suerte, mañana funeral», «PNV, español», «Independencia» y «vosotros fascistas, sois los terroristas». Como se puede ver, todo muy antitaurino, lo que demuestra el evidente carácter político de la prohibición de Bildu hace dos años.
Hay que tener cuajo para que esta pandilla llame terroristas a los demás. Ellos, que se han encargado durante décadas de sembrar el miedo en el País Vasco, que han apuntado con el dedo a sus propios amigos para que ETA los ejecutara. Ellos, que han vaciado cargadores en las urnas, que con cada voto a Batasuna han metido una bala en la recámara de los terroristas. Ellos exclaman contra las tortura de los animales; pero no apreciaron lo mismo en las 48 horas de Miguel Ángel Blanco o en los 532 días de Ortega Lara. Ellos, que han gritado «¡ETA mátalo!» hasta quedarse sin voz. Ellos, que no solo no han callado, sino que han vitoreado a los asesinos, que les ponen plazas, parques, calles y placas. Ellos, que han forzado el vacío a los valientes hasta que los han expulsado, que han proclamado la muerte civil de cientos de miles de vascos. Ellos, incapaces de sentir respeto por las vidas de hombres y mujeres que pensaban diferente, que han volado por los aires el futuro de tantas familias. Ellos, que jamás han condenado la muerte de un ser humano, se atreven ahora a dar lecciones morales. Tan solo son capaces de sentir empatía por las bestias. Con razón, por sus semejantes.