Cuando era pequeño, algunos sábados acompañaba a mi padre a la tienda de Callao. Después de pasar un rato en la oficina, de bajar al obrador y ganarme un pastelito por ser un niño, íbamos a Escridiscos, justo al lado, en la calle Navas de Tolosa. Escridiscos es la pequeña tienda de discos donde comencé recopilar mi colección de LP. Acudía allí con mi lista, un trozo de papel donde añadía títulos y artistas a una velocidad mucho mayor que los tachaba. Los dueños me cogieron cariño y, con el tiempo, me gusta pensar que también tenían cierta intriga por ver la evolución de mis gustos, como el orgulloso profesor que observa el progreso de sus alumnos.
Las colecciones de discos se hacen a base de golpes ciegos. No tienen una coherencia compacta, como sí la tiene un álbum. Quizás su única lógica sea cronológica. Los años pulen y purgan criterios. Una colección de música es terriblemente anárquica. Uno puede tener la discografía completa de Led Zeppelin, pero no nace con el gusto por esa banda, sino que llega hasta Led Zeppelin. Por el camino se queda casi todo. Uno no escucha ‘Smells like teen spirit’ y sufre una mutación musical: se está preparado, en cierto modo, para algo como Nirvana.
Yo entraba feliz en Escridiscos, saludaba, y me iba directo a buscar lo que quería. Nunca lo pedía. Para mí, era un reto, como demostrar que sabía lo que quería. Rebuscaba con mi lista garabateada, cogía un par de discos y me iba a la caja. Si eran buenos, la propietaria asentía y me los cobraba. Pero a veces no: «Esa mierda no te la llevas», aseveraba cariñosa, «llévate esto otro». Y me vendía un LP de unos tipos que no había escuchado en mi vida, pero que bien podrían ser Fleetwood Mac o Prefab Sprout.
En el verano de 1985 estaba ya de vacaciones y, como no podía ir con mi padre, le pedí dos discos como regalo de fin de curso. Afortunadamente no recuerdo cuáles, así me ahorro la vergüenza de nombrarlos. Regresó con dos distintos. «Lo siento hijo», me dijo, «no me los han querido vender y me han dado estos». Alargó la mano y me dio el que era el primer álbum de un tal Sting, y uno azul clarito, con una guitarra plateada, de una banda llamada Dire Straits.
Coloqué en el tocadiscos el de Sting y comenzó a sonar ‘If you love somebody set them free’ y, quizás también, ‘Love is seventh wave’, pero no llegó a ‘Russians’. Lo quité. Luego puse el de Dire Straits. Comenzó ‘So far away’, y ni tan mal. Pero luego sonó esa intro tan larga como extraña para mis doce años de ‘Money for nothing’ hasta que estalló el riff de guitarra. Hoy me parece tan sencillo y espectacular como eficiente, pero entonces, no tanto. Y también lo quité. No llegó a sonar ‘Walk of life’. «Igual hay que devolverlos, papá», dije con cierta tristeza. Al fin y al cabo, era como quedarme sin regalo. Guardaron el sueño de los justos lo que quedó de verano mientras envenené mis oídos con Modern Talking.
Al comienzo del nuevo curso mis padres me mandaron a Irlanda en la que ha sido, probablemente, la decisión más acertada de su vida. Me quedé a vivir con una familia en un pequeño pueblo al sur de Dublín, llamado Greystones. Para mí, los que allí vivían fueron ‘English’ durante un mes porque no sabía decir ‘Irish’. Un día, llegué a casa después de jugar un partido de fútbol. Comenté que habíamos ganado a los ‘English’ por 6-3 y, no sé si hastiada por el insulto o por la contundente derrota, la señora de la casa me fulminó con la mirada y me obligó a repetir ‘Irish’ hasta que lo aprendí.
Empecé a escuchar mucho la radio y a ver el famoso ‘Top of the Pops’, y resulta que el ‘Russians’ del señor Sting y el ‘Walk of life’ de Dire Straits sonaban a todas horas. Y, aunque no me parecen lo mejor de cada LP, me encantaron. Esperé ansioso al día de la semana que hablaba con mis padres tan solo para exclamarles que ni se les ocurriera devolverlos. Y así, desde entonces, antes de decidir nada, escucho siempre hasta la tercera canción.
Cada día mejor ya me resultan imprescindibles tus crónicas, y tengo que aprender a hacerlas circular mejor, ya me enseñaras IN SITU no se cual es mi favorita, si la memoria ,la elegancia o la tercera entrega se que cada día las disfruto mas un abrazo y gracias esta semana tengo libre martes día 14 a 16,17 y 18 la siguiente jueves 23 a 16 y a 20 nos vemos